«Moitos terían que imaxinarse que é o mono, árdenche as veas»

Bea Costa
Bea Costa CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

MARTINA MISER

Un ex yonqui cambadés sale del armario para pedirle a los jóvenes que no sucumban al furor por la heroína

17 nov 2018 . Actualizado a las 17:15 h.

A los diecisiete años, en el instituto, lio su primer porro; a los 18 ya fumaba heroína y ya no la abandonó hasta los cuarenta. Hace ocho años que está limpio, «pero teño asumido que non estou curado», reconoce. Tino Chaves Cacabelos sorprendió a propios y extraños cuando hace unos días se asomó a la ventana de Facebook haciéndose eco de una noticia sobre el aumento del consumo de heroína, y para lanzar un mensaje. «Estades a camiñar polo mesmo camiño que antes recorremos moitos… e moitos quedaron no camiño. Eramos mozos, coma vos, pensábamos igualiño que vos, comíamos o mundo igual que vos, pero co tempo o mundo foi coméndonos a nós, a xuventude foise escapando nunha vida de sombras e amargura, sufrindo e facendo sufrir as persoas que nos querían…, pero vos aínda estades a tempo».

En Cambados, su pueblo, muchos conocen su historia, pero Tino nunca se había expuesto de esta manera. ¿Por qué ahora? Quizá tenga algo que ver esa niña de ocho años, hija de su pareja, que lo ha instalado en la candorosa rutina de llevarla y traerla al cole que no pudo disfrutar con su hijo de sangre. «Non sei, eu falo para todos», responde. Y es que Tino ve venir el peligro. Suena a tópico, pero en su boca, la tristemente repetida historia de los yonquis sigue estremeciendo. «Coa heroína non necesitas a ninguén, entras nun bucle e cando te das conta non sabes vivir sen ela. As drogas vante minando e destrúeno todo, sobre todo á familia. Entendo que algúns pais boten aos fillos da casa». La suya sufrió mucho, claro. «Aprendín moito do meu pai. El deixábame cartos, pero sempre llos devolvín», apostilla. A diferencia de otros toxicómanos, Chaves trabajaba, era y es marinero, lo cual le permitía paliar la sangría económica que suponía hacerse con el medio gramo y a veces un gramo que lo tiranizaba cada día.

En cierto modo el mar lo salvó porque, si bien no evitó su caída a los infiernos, sí lo mantuvo a flote lo suficiente para poder salir a la superficie. El rescate no llegó hasta el 2010 y él fue su propio salvavidas.

Tino es un ejemplo de voluntad y lucidez. Como otros muchos, pasó por un centro desintoxicación, pero de los seis meses que duraba el programa, solo estuvo trece días. «Fixen que me botaran e marchei», y esta vez para no volver a subirse al caballo. «Fíxeno por min, tiña que enfrontarme ás miñas pantasmas. Un día espertei e dixen, teño que parar».

 

Ni terapias ni biblias

Ni el centro de la Xunta en A Coruña, ni el Proxecto Home que sus padres no podían costear, ni la alternativa de Reto, donde le daban una biblia para curar sus males -«e eu son ateo», aclara- le sirvieron de nada. «Tes que decidilo ti» y pasar el calvario del síndrome de abstinencia. «Moitos terían que imaxinarse que é o mono. Non podes durmir, é como se tiveras lume por dentro, que te queima, como se che arderan as veas, como se o corazón quixera marchar...». Tino tiene que parar de hablar, a medida que lo va narrando se revuelve en la silla y se le humedecen los ojos. «Hai medicación que che axuda, pero a metadona non é o mesmo. Non só se é adicto á droga, logo está todo o ritual que acompaña cando te metes».

Él supo poner distancia. Se fue a Santander, donde tiene una familia que lo arropó en su lucha, y se lanzó a la calle, a hacer kilómetros y kilómetros. «Poñía a caparucha e ía tremendo de medo». Hasta que un día ya pudo salir a cara descubierta y volver a su mar de Cambados. Alguno que se dice amigo le ofreció un viaje de esos que él había hecho tantas veces fumando; solo se pinchó una vez. Pero venció a la tentación y sigue haciendo camino al andar, de la mano de los suyos, el trabajo y la pintura.

La heroína impidió durante años que aflorara al artista que lleva dentro, porque Tino Chaves pinta con primor. Muchos presuponían que su destreza con el lápiz y el pincel fue adquirida en las sesiones de terapia del centro de desintoxicación de turno, pero no. Su talento innato, de sobresaliente en el instituto, y su autodidactismo lo convierten en un aventajado retratista.

Además es muy aficionado a la historia, pero a él lo que de verdad le hubiera gustado es haber estudiado Marina Mercante. La heroína se cruzó en su vida y ese sueño se desvaneció, pero no hay mal que por bien no venga. A golpes sí, pero Tino tiene ahora otra sabiduría. «Aprendín moito, tamén a ser máis solidario», y no son solo palabras.

Hace un par de años, el cambadés no dudó en lanzarse al agua en el paseo marítimo para rescatar a un matrimonio que cayó al mar en su coche. No le gusta vanagloriarse de esta hazaña ni ser el centro de atención, pero esta vez se ha brindado a salir del armario y abandonar el anonimato con la esperanza de que su historia le sirva a alguien para escapar de las garras de las drogas. «Ao principio, a heroína dáche un roio moi bonito, convértete no que quixeras ser, pero todo é falso». Ahora, Tino Chaves tiene su propia verdad.

Aumenta el consumo de heroína en la calle

En los últimos años se está constatando un repunte en el consumo de heroína, aunque en el Servicio Preventivo Asistencial de Drogodependencias (SPAD) de Vilagarcía todavía no se plasma en cifras. «Probablemente en tres o cuatro años se produzca un aumento de pacientes, porque sabemos que aumentó el consumo en la calle y así está pasando en Estados Unidos y en otros países. Los consumidores no tienen todavía noción de estar enganchados», según señala la directora Blanca Rosa Vázquez. El tema preocupa, porque, en Arousa, saben bien de los efectos demoledores del caballo. Con el nuevo siglo, la heroína dejó paso a la cocaína, pero la peor herencia de los ochenta vuelve con llamar a la puerta. En el SPAD de Vilagarcía atienden a 125 heroinómanos, de los cuales la mayoría (105) son tratados con metadona y el resto, con Suboxone y otras sustancias.

Junto a la cocaína, el alcohol es la otra sustancia que manda en las estadísticas, no tanto porque haya más consumo como por el hecho de que ahora son más las personas que llegan derivadas de la sanidad pública, por patologías en el sistema digestivo, fundamentalmente. A las conocidas se suman dependencias nuevas, como las llamadas adicciones del dolor, provocadas por medicamentos que contienen opiáceos y acaban creando una dependencia grave a los enfermos. En Vilagarcía solo tienen dos o tres casos de este tipo, pero la previsión es alcista.

Las apuestas, la otra lacra

No todas las adicciones están asociadas a las drogas. El mundo de las apuestas y las nuevas tecnologías está derivando al SPAD a muchos jóvenes, incluso menores de edad. Suelen ser sus padres quienes reaccionan, alertados al ver adelgazar su cartera o porque su hijo se ha gastado el dinero de su beca apostando por su equipo de fútbol o en las carreras de caballos a través de las máquinas que se han instalado en los bares, donde, a veces, ni siquiera piden el DNI para poder jugar. Esta adicción no es fácil de diagnosticar, porque no hay una sustancia de por medio ni tiene por qué ser un hábito diario, pero ya forma parte del espectro de las ludopatías severas, junto a las tragaperras. Una veintena de personas son atendidas actualmente por este tipo de problemas.

De las 595 personas que atendió el SPAD el año pasado, 494 eran hombres y 101 mujeres. «Los hombres suelen tener más problemas para el control de los impulsos», señala la directora del servicio. El hachís sigue siendo la sustancia que provoca más estragos a edades tempranas, tanto que hay un chaval de quince años a tratamiento por este motivo.