Ellas también cultivan la vid

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

MARTINA MISER

María del Carmen Muñiz y Paula García son la prueba de que el campo gallego también es cosa de mujeres y, por eso, serán homenajeadas en la gala de Cambados

08 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Suele suceder que al frente de cualquier explotación agrícola hay un hombre. Porque la mujer, que trabaja tanto o más que ellos en el campo, es la que ayuda. La que echa una mano y compatibiliza esa labor con las tareas de casa, con el cuidado de los niños o, incluso, con ir a mariscar. De eso sabe mucho María del Carmen Muñiz, una viticultora jubilada de 72 años, que ha trabajado en todos esos frentes. Ella será una de las veinte profesionales que el Concello de Cambados homenajeará en la gala que celebrará el próximo domingo. Al escenario subirá también, entonces, Paula García Domínguez, que comparte profesión como María del Carmen, pero que tiene 37 años. Jóvenes y mayores dejarán claro que en el cultivo de la vid, el colectivo femenino también tiene mucho que decir.

«Dende pequena sempre cultivamos tinto e despois chegou o albariño, que o criamos como un meniño», recuerda María del Carmen. Porque para replantar todas las fincas que le quedaron en herencia y sacar adelante las nuevas plantaciones tuvieron que trabajar mucho y muy duro. «Fomos emigrados a Suíza para gañar cartos para facer a casa e, cando meus pais se xubilaron, nos deixaron as fincas de tinto que, pouco a pouco, cambiamos por albariño», recuerda. Fueron años duros, porque las nuevas plantaciones todavía no daban sus frutos «E había que pagar a sociedade e non chegaba a nada», cuenta. Porque desde el primer momento se integraron en la cooperativa Condes de Albarei. Ahora han repartido los 16 ferrados que han conseguido reunir entre sus hijos y, aunque están jubilados, se siguen ocupando del campo. «Hai que manterse activa», asegura.

A Paula, en cambio, su incorporación al campo le llegó casi por casualidad. «Meu home xa era viticultor e cando me quedei no paro, a opción que tiña era axudarlle a el», explica. Así que, de un día para otro, se vio podando, parreando y vendimiando. «Fai catro anos que me din de alta na agraria. Cando empecei a viña non me gustaba nada. El ía domingos, ía chovendo... Encántalle. Eu estou empezando a collerlle o gusto», relata. Ver la evolución de las plantas, cómo van creciendo y desarrollándose, se ha convertido también en su afición. Reconoce que este trabajo le ayuda a conciliar. «Tendo plan madruga e comedor é posible. Porque eu marcho ás oito da mañá para a finca e volvo despois de comer», explica. A tiempo para cuidar de sus dos hijos.

Entre ella y su marido cuidan cinco hectáreas de terreno. Y es ahí donde empiezan las diferencias entre estas dos profesionales. «A nosa finca máis grande ten cinco ferrados», reconoce María del Carmen. «Nós agora xa temos o rego por goteo», añade Paula. «O noso rego era unha mangueira e, a onde non chegaba esta íamos con capachos», añade la primera. La profesión ha cambiado mucho con el paso del tiempo. O puede que no tanto porque, enseguida, estas dos profesionales encuentran de nuevo puntos en común. «Temos estado dende as seis da mañá ata as once da noite para dar o sulfato», cuenta Paula. «O do sulfato é terrible, aínda que sexa domingo hai que dalo», añade Mari Carmen. «Nós temos perdido de ir a banquetes por coidar da viña», cuenta Paula. «Nós unha voda, e enfadeime moito», recuerda María del Carmen. También están de acuerdo en cuál es la mejor época del año, la vendimia. «O día que acabas a vendima é o máis bonito», asegura esta última. «Para min é moi estresante», añade la segunda. Tiene una ventaja, en cuanto la uva está en bodega su tarea ha rematado y llega el momento de las vacaciones. Hasta un mes pueden pasar sin volver a la vid.

María del Carmen vivió la llegada del albariño, Paula la profesionalización del sector