
La banda vallisoletana, una de las revelaciones del nuevo indie español, ofrece hoy un concierto gratuito en Vilagarcía
18 may 2024 . Actualizado a las 17:23 h.Su nombre aparece bien arriba en muchos de los festivales que se celebrarán en España. No son para nada unos recién llegados. Les ha costado unos cuantos años situarse en la élite del indie español, pero ahí está ahora su propuesta, basada en melodías que transitan entre el pop y el rock y unas letras cargadas de sentimiento y espiritualidad.
—En 2018 ya se habla de Siloé como grupo revelación, pero no ha sido hasta ahora que habéis despuntado. ¿Por qué?
—La pandemia nos dio un golpe brutal. Acabábamos de sacar un álbum e íbamos de teloneros de la gira de Izal. Iba a ser un el punto de exposición que necesitábamos. Porque, al final, por mucho que gusten tus temas, si no tienes exposición no llegas a la gente. Así que dejamos nuestros trabajos, invertimos todo en la promoción del disco y a las dos semanas estalló del covid. Prácticamente, después, hemos tenido que volver empezar de cero.
—¿Y por qué ahora sí ha funcionado?
—Ojalá tuviera la respuesta y la fórmula para saberlo. Obviamente es un conjunto de cosas, pero han sido fundamentales las canciones de este disco, que han conectado con la con las gente muchísimo más que cualquiera de las anteriores.
—¿Puede que también haya coincidido con la llegada del un momento de renovación en la escena indie española?
—Cien por cien. Hay un relevo generacional, clarísimamente. Es posible que este mismo disco hace unos años no hubiera tenido tan buena acogida.
—Venís a Vilagarcía a unas fiestas, que no es vuestro entorno habitual. Sois más de festivales y de salas.
—Teníamos un montón de ganas de ir a Galicia. Desde la pandemia no habíamos ido. Así que surgió esta oportunidad y vamos encantados. Además, cada vez más, hay fiestas patronales que ya son acogidas por el público de los festivales como parte del circuito.
—Uno de los componentes del grupo tiene estrechos vínculos con esta tierra.
—Sí, Jacobo, nuestro batería, es de Caldas de Reis. Estamos deseando conocer a su familia. Sabemos que su abuela, que tiene 102 años y es una persona muy importante para él, va a ir al concierto.
—¿Cómo es un directo de Siloé?
—La gente que nos lleva las campañas de venta de entradas nos dice que hay un montón de gente que no nos sigue en redes pero que sí que compra entradas de nuestros conciertos. Y eso es por algo. Los tres somos músicos de directo y toda la vida nos ha fascinado el escenario. No somos gente que hace música y luego dice «qué pereza, ahora hay que dar un bolo», que los hay. En nuestros conciertos hay una comunión brutal con el público. La gente sale y se le ha removido algo, se hace preguntas con la letra de las canciones, con nuestro discurso... Es toda una experiencia.
—¿Ese remover tiene que ver con que vuestras letras estén muy vinculadas con la espiritualidad y con la religión?
—Yo soy creyente pero no somos un grupo de música cristiana, ni dogmático. La espiritualidad es una parte importante del grupo y a través de las letras buscamos que, en un momento en el que todo está un poco deshumanizado, la gente se detenga a pensar. Ya nadie se pregunta qué es lo que le mueve, lo que le emociona, lo que quiere y lo que no quiera. No nos queda tiempo para eso. Va todo muy rápido.
—Militar como católico en la música, ¿está mal visto?
—En España, sí. Después ves a Bono, de U2, o a Justin Bieber mostrando que son creyentes y teniendo ese toque espiritual también en sus letras y en su en su iconografía y nos parece súper guay. Pero si aparece alguien en España que puede tener una onda parecida ya vamos con el machete, a criticar y a buscarle la vuelta. Cargamos una mochila muy gorda de complejos.
—¿Hacer música en España es un acto de fe?
—Actualmente, con la industria y los medios que hay, obviamente es un acto de fe.
—Has llegado a decir que el día en el que Coldplay compartió en Instagram vuestra canción fue el más feliz de tu vida.
—Yo conocí a Fito Robles (vocalista y fundador de Siloé) en el 2012 y un día que me llevaba en su coche a mi casa tenía puesto el Mylo Xyloto de Coldplay, que a mí me encantaba. Le dije «¿pero a ti te gusta Coldplay?» Y me contestó que le flipaba. Y ese día pensé «a lo mejor este es el tipo con el que yo puedo sacar adelante mi proyecto musical» y empezamos a trabajar juntos. Así que imagínate, que diez años más tarde aquellos mismos Coldplay suban una story recomendando nuestra música... Nos voló la cabeza. Sí, fue uno de los días más felices de mi vida.
—¿Cómo os enterasteis?
—Fito y yo estábamos en La Palma, con la ONG del chef José Andrés. Y de repente vemos que nos empieza a seguir gente de la India, de China... Pero allí había muy mala conexión. Cuando llegamos a un sitio donde había wifi, a mí me entraron mas de 400 mensajes de WhatsApp. Lo cual me generó un montón de ansiedad, porque lo primero que pensé es que había pasado algo. Siempre te pones en lo peor. Y de repente empiezo a ver «oye, tío, que acabo de ver vuestra cara en el Instagram de Coldplay». Yo alucinaba. Pero es que encima era el 28 de diciembre, el día de los inocentes (se ríe). Pero sí, era verdad y lo que ocurrió a partir de ahí ya nos desbordó por completo, nos pasó por encima.