No hay un diecinueve malo

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La terminación del presente año se ha colado entre las preferidas para los décimos del sorteo de Navidad, que va camino de tener más ventas que en años anteriores

19 nov 2019 . Actualizado a las 11:24 h.

De supersticiones andamos sobrados. Cualquiera nos vale y si no las hay, nos las inventamos. Todo el mundo tiene las suyas para el sorteo de la lotería de Navidad y quien más quien menos ya ha comenzado a aprovisionarse de décimos y participaciones. Este año, al margen de las terminaciones habituales, reinan los números acabados en 19. Carlos Cores, responsable de la administración de San Roque, está recibiendo llamadas desde toda España para pedirle uno de esos números, que además, es una fecha y ya se sabe que las fechas son otros de los fetiches para los compradores impulsivos de lotería.

Ese diecinueve se ha hecho un hueco entre los más buscados, aunque el privilegio de aparecer en lo más alto del ránking de deseos de los aspirantes a que les toque el gordo lo siguen ostentando los números acabados en trece que, a falta de un mes para que los niños de San Ildefonso arranquen con su letanía, son ya un material en serio peligro de extinción. El 69 es otra pareja que atrae el deseo de muchos, al igual que los que terminan en cinco y en siete.

Por lo que respecta a las ventas, parece que pueden ser mejores que las del año pasado. María Abalo, desde la administración número dos de Vilagarcía, apunta que el verano no ha sido nada malo y que los turistas venían con más ganas de probar suerte que otros años. «Ahora habrá un pequeño parón hasta el puente de la Constitución y luego vendrá el último estirón de ventas», explica.

«El año pasado dimos un quinto, así que este año toca un segundo o un tercero»

Fue el número 18596 el agraciado con un quinto premio en la administración de loterías del Centro Comercial Arousa el año pasado. Diez décimos que se vendieron por ventanilla y que repartieron sesenta mil euros. La responsable del despacho, Eugenia Breijo, tiene el pálpito de que la suerte será más generosa este año con la administración. «Este año nos toca repartir un segundo o un tercero», apunta.

Esa lluvia fina es lo que se suele estilar últimamente en los sorteos de la Lotería de Navidad. La posibilidad de escoger el número preferido, o la terminación que deja buenas sensaciones, hace que los premios suelan ser muy repartidos y que casi siempre algo caiga, aunque sea poco, en la comarca de O Salnés.

La lluvia fina

Sucedió el año pasado, sin ir más lejos. Al margen de los sesenta mil euros que repartió Eugenia en su administración, la comarca arousana también fue agraciada con pequeños pellizcos, pedreas al margen, en la mágica mañana del día 22. O Noso Bar, en Castrelo, despachó a través de máquina, dos boletos del número 04211, tocado cada uno de ellos con 50.000 euros.

El Bar Tienda Café Barcia de San Martín de Meis expendió un billete del número 02308, otro quinto premio. Y en Vilanova también hubo suerte, la administración del centro de Vilanova vendió diez décimos del 29031, un quinto premio. Teniendo en cuenta que cada uno de los boletos está premiado con seis mil euros, la cuenta total el año pasado en tierras vilanovesas ascendió a 60.000 euros.

Los maravillosos 43 millones de aquel 1998

Era un número de los llamados feos. Tan feos que hasta una comisión de fiestas lo rechazó. Pero fue uno de esos feos que repartió una lluvia de millones por toda la comarca de Arousa. El 07308 dejó nada menos que 7.200 millones de pesetas, 43 millones de euros. Casi nada.

Todo nació en Carril. A la administración número tres llegaron cincuenta series de ese número «feo» y desde allí partieron a distintos lugares de la comarca. El bar Alegría, en Rubiáns, hizo honor a su nombre y repartió mucha felicidad. Nada menos que 3.312 millones de pesetas y la mayoría entre los trabajadores de las empresas de los alrededores, que tienen en el local uno de sus puntos de encuentro ineludibles.

A Illa y O Grove

Pero no solo en Vilagarcía hubo fiesta de las grandes. A Illa fue otro de los lugares agraciados. De nuevo con un bar como zona cero. En este caso fue en A Chabola, donde se repartieron 2.448 millones de pesetas. De nuevo, como había sucedido en Rubiáns, con muchísimos agraciados porque la suerte se repartió entre mariscadores y bateeiros, que pudieron cambiar los motores de sus embarcaciones y, también claro está, de sus coches.

O Grove completó el triángulo mágico de aquel diciembre de hace veintiún años. Un intercambio de décimos dejó en la tierra de los mecos 1.368 millones de pesetas. De nuevo, el dinero quedó bien repartido gracias a las participaciones hechas por el club de baloncesto y el ANPA del colegio Valle Inclán.

Aquella lluvia de millones no se volvió a repetir, pero quien más quien menos mantiene la esperanza de que la historia dé ahora un giro. Aunque sea de nuevo con un número de los «feos».