Cinco respuestas para la crisis climática

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

El Rainbow Warrior se despide de Arousa con una parada en A Illa tras lograr en Vilagarcía más visitas que en Barcelona, y tras pregonar realidades como que Galicia podría generar 30 veces la energía que demanda solo con renovables

30 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿El barco de Greenpeace está ahí?». La pregunta seguía repitiéndose ayer ante la verja que cierra el acceso al muelle de O Ramal, en Vilagarcía. El Rainbow Warrior, efectivamente, estaba al otro lado de la valla, pero quienes intentaron acercarse hasta él se encontraron con la oposición tajante de la policía portuaria. No fue así el fin de semana, cuando más de cinco mil personas soportaron largas colas para subirse al guerrero del arcoíris. Al barco se subieron representantes de colectivos que están librando sus propias batallas ambientales, como la plataforma contra la mina de Touro. Y, sobre todo, muchos particulares interesados en participar en la campaña En marcha por el clima, que Greenpeace ha llevado por puertos de toda Europa y que ha terminado en Arousa.

No iba a ser así, pero fue, reconoció ayer el capitán del barco, Pep Barbal. Él era uno de los participantes en la rueda de prensa que la organización ecologista ofreció a bordo. La responsable de la campaña de Greenpeace, María Prado; el físico y meteorólogo Martín Barreiro; la jovencísima portavoz de Fridays for Future Galicia, Silvia Mete; la coordinadora de Teachers for Future, Miriam Leirós, y la asesora para la democratización de la energía de Greenpeace, Sara Pizzinato, se presentaron ante los medios para lanzar un mensaje claro, conciso, rotundo: se acaba el tiempo. «Ya no es el momento de hablar, es el momento de actuar. Necesitamos coraje y no esperanza», dijo, rotunda Pizzinato.

El porqué de esa urgencia lo habían explicado sus compañeros de mesa. Martín Barreiro había sido especialmente contundente. El físico y meteorólogo fue rotundo: «El cambio climático es tan real como la física de Newton». «La situación es muy crítica a nivel atmosférico. Este es el quinto año más cálido de la historia. París ha superado la temperatura máxima, pero no solo la suya, sino la de Madrid, que está más al sur, lo que da idea del caos que impera en el sistema atmosférico. El verano dura un mes y una semana más...». Él, que lleva 18 años haciendo predicciones meteorológicas asegura que «cada día hay más fenómenos adversos». Y concluye: «Es el momento de cambiar nuestra forma de consumir, tanto productos como energía».

Las llamadas a la acción ante la crisis climática han cuajado en movimientos jóvenes y vigorosos como el Fridays for Future. Su portavoz en Galicia, Silvia Mata, de 16 años, reivindicó su derecho «a tener sueños a largo plazo, sueños que no se achicharren con estos cambios de temperatura». Para defenderlos, llamó a la movilización, a reclamar a los políticos acciones capaces de revertir el negro futuro que hasta ahora hemos dibujado.

Ese es un camino. Pero hay más. Porque en la mano de todos está romper una lanza por el medio ambiente. De ello habló Miriam Leirós, de Teachers for Future. Ella representa a un grupo de docentes empeñados en «naturalizar» el currículo educativo y en implantar en los colegios hábitos respetuosos con el planeta. Desde los recreos residuo cero -desterrados los embalajes no retornables, los botellines de agua de plástico, el papel film-, hasta los caminos seguros.

Todos esos gestos cuentan. Pero no son suficientes. María Prado, la responsable de la campaña En marcha por el clima, hizo un pequeño resumen del estudio «Cambia la energía, no el clima», en el que se recogen datos dramáticos. A ellos no somos ajenos en Galicia, explica Greenpeace: «aquí el cambio climático puede ser especialmente peligroso al impactar significativamente sobre la temperatura, tanto general como del agua superficial, provocando un aumento del nivel del mar o impactando sobre una menor productividad en la pesca en aguas gallegas».

El principal origen del cambio climático, señalaban los expertos reunidos en el Rainbow Warrior, hay que buscarlo en el sistema energético. «En Galicia, un tercio de las emisiones provienen de las dos centrales térmicas de carbón ubicadas en A Coruña: la de Meirama y la de As Pontes, que es el mayor foco de emisión de toda España».

Puede parecer que esa batalla es inabordable para el ciudadano de a pie. Pero no es así. En eso quiso hacer hincapié Greenpeace, que a través de su web difunde información sobre hasta quince formas diferentes en las que el consumidor puede «dejar de ser mero espectador, mero pagador de facturas» y pasar a ser «protagonista» de un cambio de modelo energético que tiene que producirse ya.

Pero aún hay otras batallas que librar a más altos niveles. En ese sentido, Greenpeace propone cinco medidas de respuesta a la crisis climática: reducir las emisiones a la atmósfera, realizar una «transición acelerada» a un sistema cien por cien renovable, dejar de quemar carbón, dar un «volantazo en el sector del transporte» que acabe con los vehículos a gasoil o gasolina, y la aprobación de una Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

Hoy, el barco arcoíris se va de la ría, no sin antes hacer una parada en A Illa, una localidad pionera en la transición energética.

Es hora de actuar de forma individual, colectiva y mediante la

acción política

Galicia podría generar 30 veces la energía que demanda solo con renovables