Delicias de fruta en tarro italiano

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Mónica Irago

Dio la campanada con la mermelada de albariño, después la maridó con Chivas y Moët & Chandon y, lo último, con camelias

17 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El origen de todo está en aquellos veranos que pasaba en casa de su abuela materna, en O Carballiño. Yolanda Bóveda se crio entre frutales y creció viendo preparar mermeladas en la cocina. Muchos años después decidió que había llegado la hora de recuperar aquellos sabores y aquellos olores de su infancia que, por otra parte, nunca la abandonaron, y se puso manos a la obra. Así nació en 2015 La mariquita de azúcar, una fábrica doméstica que en solo cuatro años ha logrado colocar sus productos en tiendas gourmet de varios puntos de España y en eventos exclusivos.

La fama le llegó, sobre todo, con la mermelada de albariño, la única de este tipo que existe en el mercado y que encuentra en las Rías Baixas su mejor caldo de cultivo. Dónde si no. La vendimia marca la hoja de ruta. Yolanda y su marido se dedican durante un par de semanas a seleccionar las mejores uvas de la parra y a quitarles las pepitas, una a una. «Esos días dormimos cuatro horas», explica. Es un trabajo arduo que requiere paciencia y no admite dilaciones. El paso siguiente es llevar la fruta a la olla y, tras aderezarla con azúcar y limón, se envasa en unos exclusivos tarros de cristal que Yolanda hace llegar de Italia, porque lo bueno debe, además, parecerlo. Todos los detalles se cuidan al máximo para un producto que tiene la calidad como bandera. «Yo no uso ni conservantes ni edulcorantes, para eso ya está el azúcar, aunque procuro echarle la menor cantidad posible», explica.

En junio de 2018, Yolanda Bóveda volvió a sorprender con una mermelada elaborada con camelia alba plena -la de color blanco, imagen de Chanel-, manzana y espumoso rías baixas. No era la primera vez que trabajaba con espirituosos. Anteriormente había utilizado champán francés Moët & Chandon para una receta inspirada en los remedios a los que recurría la reina María Antonieta de Francia, en el siglo XVIII, para sus mareos. Claro que esta mermelada tan selecta solo la hace por encarga, en este caso con motivo de un evento en Valencia. Yolanda se adapta a las preferencias del cliente y para otro acto de copete, en el que Escocia era protagonista, presentó una mermelada con fresas, arándanos, cardamomo, hierba buena y güisqui Chivas de doce años.

En sus mermeladas también caben la piña y el mango procedentes de Centro América, «que llegan en 24 horas, directamente de la mata y su sabor no tiene nada que ver con el de la fruta de las cámaras que vienen en contenedores»; cerezas de Canadá, naranjas de Córdoba... Y como no todo va a ser fruta y el dulce es su perdición, también hace un chocolate negro a la taza para chuparse los dedos, a 15 euros la tableta. El precio de las mermeladas oscila entre los 15 y 22 euros el tarro, según las tarifas de venta on line.

talento emprendedor

Yolanda Bóveda

La Mariquita de Azúcar

El proyecto nació en el año 2015 y no parado de crecer. Al frente está Yolanda Bóveda, que cuenta con la ayuda de su marido David Janza. Su mercado se circunscribe a la venta a través de Internet, tiendas gourmet y trabajos por encarga.

«Cuesta mucho, pero yo aconsejo emprender a cualquiera que tenga iniciativa»

La mariquita de azúcar todavía no puede caminar sola. El negocio va bien, pero no lo suficiente como para sostener la economía de Yolanda Bóveda. «Espero que algún día sí lo sea, pero por ahora es un complemento, aún tengo que tirar de mi sueldo», comenta. Un complemento que requiere muchas tardes y fines de semana de trabajo en el obrador que ha montado en el polígono de Barro-Meis, de donde salen al año cientos de tarros con delicias de fruta.

Como otras emprendedoras, nuestra protagonista echa de menos más ayudas por parte de la administración y facilidades en el mercado. «Uno de los problemas que tenemos los emprendedores es que no accedemos a descuentos en los productos porque compramos en pequeñas cantidades; por ejemplo, pago más de un euro por cada bote de cristal, cuando si comprara mucha cantidad me podrían hacer mejor precio». Otro problema es el de la competencia desleal. «Yo tengo que ir cada mes al laboratorio por las exigencias de sanidad, mientras que hay muchos productos que se venden como ecológicos sin ningún tipo control».

Pese a las dificultades, Yolanda es de las que aconseja dar el salto al mundo de la empresa. «Cuesta mucho, pero yo lo aconsejo para cualquiera que tenga una idea e iniciativa». Ella lo hizo hace cuatro años y hoy forma parte de la directiva de la asociación de Empresarias de Galicia.