«Las guardias en el PAC durante el Albariño son como ir al patíbulo»

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Una enfermera del servicio de urgencias de Cambados relata cómo vivió la jornada del sábado al domingo

06 ago 2018 . Actualizado a las 11:17 h.

Pilar Rivas salió ayer a las ocho de la mañana de hacer guardia en el Punto de Atención Continuada (PAC) de Cambados tras diecisiete horas de servicio. No fue una guardia cualquiera, fue la del sábado de la Festa do Albariño, la peor de todo el año. «Es como ir al patíbulo», afirma. Intentó librarse solicitando un día de libre disposición, pero el Sergas se lo denegó alegando que en verano falta personal. De modo que el sábado a las tres de la tarde entró en el centro de salud de Cambados resignada, sabiendo que iba a ser una jornada muy dura. «En diecisiete horas solo pudimos parar veinte minutos para cenar», afirma.

A falta de cifras oficiales, calcula en un centenar el número de personas que pasaron por allí, el doble o el triple de una guardia de sábado normal, y el tipo de incidencias también varía en noches como esta. Las borracheras son el principal problema. Se dan casos graves de comas etílicos -en su guardia hubo uno, pero sin llegar a esos extremos, las alcoholemias dan mucho trabajo porque requieren la intervención en varios frentes: de los médicos y de los enfermeros, pero también de la limpiadora, porque las vomitonas están al orden del día, y del celador, «porque muchas veces nos los traen de la calle y no sabemos quiénes son, de modo que hay que buscar su historial clínico…, y todo eso da mucho trabajo», según relata Pilar Rivas.

El cóctel de albariño y botellón resulta letal, especialmente entre los más jóvenes, y son ellas, las chicas, las que más acusan los efectos de la ingesta de alcohol, según relata esta experimentada enfermera con 29 años de servicio.

Después de las alcoholemias, las atenciones más comunes son las derivadas de los cortes en los pies. En esta fiesta abundan las copas y las botellas tiradas por el suelo, y no todo el mundo acude con el calzado adecuado, lo cual provoca muchas heridas. El Concello de Cambados hizo una campaña para informar y concienciar a la gente de que tome precauciones, pero los cortes siguen produciéndose, y es que los finos cristales de los catavinos incluso atraviesan las zapatillas deportivas. «Este año también hubo muchas torceduras de tobillos, no sé por qué», y, a partir de ahí, se pudo ver de todo un poco. Por el PAC de Cambados pasaron estos días desde un chaval que se fracturó un dedo jugando en las atracciones de feria a varias víctimas de golpes de calor, de todas las edades. Las altas temperaturas tampoco han ayudado a aliviar la ya de por sí excesiva carga de trabajo que genera la fiesta.

A todo ello hay que sumar comportamientos nada edificantes, pues no son uno ni dos los pacientes que se ponen agresivos con el personal sanitario y les gritan y hasta les escupen. «Hay de todo, pero después se dan casos como el de una chica que cuando llegó nos empezó a chillar y, más tarde, vino a pedirnos disculpas».

Un sábado del Albariño se hace largo, tanto que cuando a las ocho de la mañana de ayer Pilar Rivas abandonó el PAC, seguía llegando gente perjudicada al centro de salud. En todo caso, lo peor había pasado. La próxima guardia, esa de 24 horas, se preveía más llevadera. La Festa do Albariño tocó a su fin a medianoche.

El Concello paga dos ambulancias, la seguridad y pide más médicos

Si al Albariño se suma el hecho de que hay escasez de personal sanitario, la situación se agrava. Uno de los principales motivos de queja de Pilar Rivas es la falta de un refuerzo de médicos en guardias como la de ayer. Trabajaron dos facultativos, frente a los tres que hubo otros días, además de tres enfermeras, una más que en un turno normal. El equipo se completó con una celadora, una limpiadora y dos guardias de seguridad, «y trabajamos como una piña». A esto hay que sumar las cuatro ambulancias que estuvieron de guardia en Cambados esa noche, ambulancias que no siempre lo tuvieron fácil a la hora de intervenir. El centro de salud está situado a pocos metros de las verbenas y de las casetas del vino, donde la aglomeración de gente es tal a altas horas de la noche, que resulta casi imposible circular, incluso para los servicios de emergencias, y esta situación, cuando se trata de recoger a un herido o evacuar a un paciente, no parece admisible.

Pilar Rivas también se queja de falta de medios materiales. «Tuvimos que ratear los teclados de las consultas de la mañana porque abajo no había e ir a buscar ventiladores, porque el calor era terrible», explica.

Ante esta situación, el concejal de Sanidade de Cambados, Tino Cordal, insistió ayer en pedirle al Sergas una mayor implicación a la hora de dotar al centro de salud durante el Albariño y recordó que el Concello costeó dos ambulancias y el servicio de seguridad del PAC.