Al frente de un astillero a escala

Álvaro Alonso Filgueira
ÁLVARO ALONSO FERROL / LA VOZ

AROUSA

Á. Alonso / C. Toimil / J. Pardo

Eran empleados de Bazán, pero ahora dirigen su propia factoría, un taller de maquetas de barcos en miniatura

19 feb 2018 . Actualizado a las 19:38 h.

Por fuera es una caseta normal y corriente, ubicada en el jardín trasero de su chalé del barrio de San Pablo Sin embargo, en el interior, José Antonio Maiztegui León (Ferrol, 61 años) tiene su propia Bazán en miniatura. Un astillero compuesto por barcos de todos los tipos que ha ido construyendo desde hace una década, cuando inició su afición por el modelismo naval. En Narón también tiene el suyo José María Álvarez Carril (Ferrol, 73 años), que es otro de la media docena de ferrolanos que forman parte de la Asociación de Modelistas Navais de Galicia (Amonaga), que expone desde mañana en Exponav. En total, Galicia cuenta con unos 60, gracias a los que es una potencia a nivel nacional.

«Los que nacimos en esta ciudad llevamos los barcos en la sangre, porque es raro que algún familiar no haya pasado por los astilleros», expresa Maiztegui. En su caso, un doble infarto el día de la botadura del Patiño lo apartó de su empleo como electricista de buques en Bazán. «A partir de ahí, algo había que hacer y no quería estar todo el día metido en un bar, así que poco a poco me aficioné a esto», cuenta. El origen de todo fue un regalo de su mujer y su hija en Reyes. Desenvolvió el paquete y se encontró con un kit para montar un barco de vela. Lo montó y cuando acabó dijo: «¿Y ahora qué? ¿Se acabó?» Ese día decidió que seguiría construyendo a escala y que además se dedicaría a la especialidad de radiocontrol, «porque una vez hechos, tienen que navegar, romperse, averiarse, no pueden estar parados». «A los barcos de verdad también les pasan esas cosas», abunda.

En su casa, aunque no trabaja todos los días -«también hay que dedicarse al nieto», apunta-, suele pasarse entre 4 y 8 horas dándole vueltas a sus diseños, que tarda en construir una media de un año. «Todos llevan muchas horas», dice. Los monta desde cero, y el resultado, visto desde cerca, es espléndido. Para ello, modela barcos vinculados de alguna manera con Galicia, que siempre empiezan por la búsqueda de documentación, como planos o fotografías. Y, a continuación, para que vaya cogiendo forma, utiliza las máquinas de su taller, la mayoría de las cuales fabrica él mismo. Desde sierras a lijadoras hasta una que, conectada al ordenador funciona como una impresora 3D sobre la madera. La hizo él con una inversión de 1.400 euros. «Así ahorramos en costes, porque esta es una actividad cara», explica.

El detalle, pieza por pieza, agota los adjetivos. El color de la madera es el mismo que el original, como los cabos, flotadores, timones y una infinidad de compartimentos. Además, en la modalidad radiocontrol, el timón y las hélices se mueven, y el barco tiene su propio sonido, muy similar al original. El primer domingo de mes en Vigo, el segundo en A Coruña y el tercero en Ferrol, los ponen a navegar y se divierten como chavales. «La diferencia que hay entre los juguetes de los niños a los de los mayores es que nosotros gastamos más», bromea Maiztegui.

El que lo acompaña en la entrevista, José María, entró en Bazán con solo 14 años y siempre ha estado ligado a la construcción naval. Ya hace un tiempo pasó de trabajar en la sala de gálibos a hacerlo en su taller. «Estamos horas y horas dando a la cabeza y a las manos, hasta donde podemos. Uno no debe estresarse demasiado, aunque hay días en los que coges y rompes la maqueta porque no te gusta», asegura el artesano, quien cree que los acabados o la pintura «son el caballo de batalla con el que muchos se precipitan». Por eso, la clave es la paciencia, para ir sacando todas las piezas a su tiempo. «A veces pasas mucho tiempo y no te acuerdas de parar», añade.

La familia, en esto de la paciencia, también juega un papel fundamental. «Cuando haces el primer barco y lo pones en casa, bien, gusta; cuando haces el segundo, algo menos; y cuando haces el tercero te dicen que para casa no lo traigas, que ya son muchos. Entonces siempre tienes que llevarlos a algún sitio donde irlos amontonando, como hago yo», concluye Maiztegui. Como demuestra claramente la sonrisa que pone cuando enciende el Cabo Leiras, la antigua lancha que unía Mugardos y Ferrol, su afición e ilusión van para largo.

«Mis buques tienen que romperse, averiarse, navegar, no pueden estar parados en casa»

«Para construir la maqueta de Elcano hice 3.000 fotografías»

JOSE PARDO

Si alguien que sea sinónimo de modelismo naval en Galicia, ese es José Rodríguez Fernández (A Coruña, 76 años), que lleva más de 70 sumido en la afición. «Desde niño mi afición siempre fue hacer barquitos», resume él mismo. En total, ha elaborado más de 70 piezas, y ahora le dedica 3.000 horas de trabajo al año -una media de 10 horas diarias-. Fue maestro electricista, pasó por la refinería, y después de quedarse viudo y prejubilarse su dedicación acabó siendo plena. Cuenta con obra en el Museo del Ejército de A Coruña, así como en el del Mar y el de Rande de Vigo. Ahora ha donado tres maquetas a Exponav con motivo de la exposición y al lado, en el Museo Naval de Ferrol, tiene otras tres, una de ellas su preciado Juan Sebastián Elcano, al que tanto le dedicó.

-¿Cómo empezó su afición?

-Fui modelista naval desde la infancia. Según fui avanzando en edad, fui avanzando en compra de libros. En el 1955, compré una revista argentina en la que salían unos planos y desde entonces no paré. Uso todos los ratos libres para hacer las maquetas.

-¿Y dónde las elabora?

-Antes trabajaba en un huequito que tenía en casa. Después me hice con una habitación, y más adelante compré un bajo. Allí tengo amigos que son alumnos al mismo tiempo, y por la tardes llegamos a estar hasta ocho personas cada uno haciendo su barco.

-¿Como hizo la de Elcano?

-Esa pieza empezó en la única visita que hizo ElCano a A Coruña, en 1999. Ahí saqué tres carretes de fotos, pero por tener documentación, no con idea de hacerlo. Al poco tiempo, un amigo dio con los planos en Madrid y con lo que tenía me decidí a empezar. Con eso me valió para el casco. Entonces eché mano de las cien fotos que tenía, pero no me llegaron a nada.

-¿Y qué pasó?

-Conseguí un pase para verlo en Marín y le hice otras 500 fotos, con las que le di un avance. Tuve que volver y al final acabé utilizando unas 1.000 fotos para acabarlo. Y aún así, otra vez en Tenerife regresé y saqué más para los últimos detalles. Tengo unas 3.000 fotos del barco.

-¿Usted tiene relevo?

-Mi hijo está haciendo un poco en el tiempo que tiene, aunque le tira más en el radiocontrol. Creo que una vez te entra el gusanillo, es difícil dejarlo. Seguramente seguirá con ello.

La muestra puede verse hasta el 17 de marzo en Ferrol

La Asociación de Modelistas Navais de Galicia (Amonaga) expone sus piezas desde este domingo hasta el 17 de marzo en la sala Carlos III de Exponav, el Museo de la Construcción Naval de Ferrol. La muestra reúne en torno a un centenar de maquetas, obra de una treintena de artesanos, e incluye barcos de todo tipo: radiocontrol, veleros, galeones..., con varias del galardonado coruñés José Rodríguez.