El censo de la Xunta constata, año a año, el retroceso de la ganadería en la comarca
08 jul 2014 . Actualizado a las 06:54 h.La vaca es, indiscutiblemente, uno de los animales totémicos de Galicia. Sin embargo, en la orilla sur de la ría de Arousa, ese símbolo ha sido desbancado. Llámense almejas, vieiras o centollos, los habitantes del mar se han convertido en el santo y seña de la comarca. Y las vacas, derrotadas, se baten en franca retirada. A estas alturas, y según el registro de ganado bovino de la Xunta, por nuestras tierras del Baixo Ulla y O Salnés deben de andar unas 210 vacas. Las mismas que pueden poblar algunas de las grandes explotaciones de la Galicia verde y agraria del interior.
Aquí, el bastión de este tipo de ganado es Valga. En este municipio censa la Xunta 99 vacas. Más de la mitad son frisonas gallegas, esas que dan una leche fresca, natural y vitaminada. El resto, animales criados para luego servir su carne en los mejores platos. Los números de Valga no son para echar cohetes. No nos olvidemos de que en Lalín hay, casi casi, 15.000 vacas. Sin embargo, los casi cien ejemplares que habitan en esta localidad del Baixo Ulla suponen casi la mitad del censo bovino de la orilla sur de la ría de Arousa. Si les sumamos las once vacas de Pontecesures, el horizonte del 50 % es sobradamente rebasado.
Para encontrar a las ciento una vacas que faltan apunta el instinto al corazón de O Salnés. Será porque es verde y porque presume -méritos ha hecho para ello- de agrario y vinculado a la tierra. Efectivamente, en Ribadumia hay 29 vacas contadas por la Xunta a finales del 2013, la mayoría lecheras. En Meis, con 23 ejemplares, ganan las de carne, igual que en Meaño, donde hay 14 animales censados.
En peligro de extinción
También catorce vacas se cuentan en la tierra del centollo. En O Grove, pueblo marinero donde los haya, han establecido los técnicos de Medio Rural el lugar de residencia de un buen puñado de vacas de carne. Son dos más de los animales censados en Vilanova y bastantes más que las cuatro vacas que resisten en Vilagarcía. En Cambados y Catoira más que vacas hay supervivientes: según el censo de la Administración autonómica, en cada uno de estos municipios hay un único ejemplar de este ganado. Donde resultará imposible ver a una vaca pastando es en A Illa. En esta localidad, nadie puede presumir de tomar leche o comer carne «da casa».