Empresa y plantilla negocian su convenio a un año del fin de la concesión
24 jun 2014 . Actualizado a las 06:58 h.No hay un área en la Administración local que pueda compararse a la limpieza y recogida de basura en cuanto a fondos movilizados. Cada año, este capítulo le cuesta al Concello de Vilagarcía 4,7 millones de euros en sus diferentes vertientes. La mayor parte de esta cantidad, 2,6 millones, se emplea en el canon que Ravella paga a Cespa, la empresa concesionaria del servicio, aunque tras el incremento de sus tarifas, lo que Sogama se lleva tampoco es ninguna tontería: 1,2 millones. El futuro de esta delicada función está, sin embargo, en el aire. En julio del año que viene se agota una concesión que desde la privatización del departamento, en 1993, siempre se ha mantenido bajo la órbita de la misma compañía, perteneciente al grupo Ferrovial. Existe todavía una opción para mantenerla, una última prórroga de tres años, pero el gobierno local aún no ha tomado una decisión al respecto, más allá de su intención de que la firma acepte rebajar dicho canon, planteamiento que ayer confirmaron fuentes municipales.
Si una cuestión así siempre resulta delicada en un servicio tradicionalmente deficitario, el hecho de coincidir en plena negociación del convenio colectivo de Cespa en Vilagarcía, cuya vigencia concluyó en el 2013, le añade un punto importante de incertidumbre. Por razones obvias, una reducción del canon interferiría en un proceso que, entre otras cuestiones, fija la actualización salarial de los trabajadores a los que afecta. El comité de empresa se limitó ayer a explicar que las conversaciones con la dirección de la compañía están dando sus primeros pasos, evitando profundizar en su contenido. Fuentes del sector subrayan, en cualquier caso, que Ferrovial no acostumbra a negociar este tipo de capítulos a la baja, por lo que no es probable que traslade un virtual recorte del canon a los sueldos de los 54 operarios que tiene en nómina en la ciudad.
Ahora bien, no parece que en una ecuación como esta existan muchas alternativas. A menos dinero, menos costes salariales o menos prestaciones. En otras palabras, si no se tocan sueldos ni plantilla, tendrán que ser los servicios de limpieza que ofrece Cespa los que padezcan los recortes. Algo que, por otra parte, contrastaría poderosamente con el deseo de Ravella de implantar en la capital arousana un sistema de recogida completamente automatizado, que exigiría una inyección del orden de los 700.000 euros. La indefinición, en resumidas cuentas, amenaza con añadir un ingrediente de tensión a las negociaciones. Porque no es lo mismo abordar la renovación de un convenio con la vista puesta en un período de tres años, que con la perspectiva de que se abra un nuevo concurso a la vuelta de la esquina, máxime si las opciones que manejan los responsables del Concello oscilan entre una fuerte inversión en vehículos y maquinaria o el recorte del canon.
A todo esto, sobre el servicio de la basura en Vilagarcía pende un tercer factor. Tras la apariencia rompedora de un sistema de recogida lateral, similar al implantado en Pontevedra, que el propio conductor del camión puede llevar a cabo desde su cabina operando un mando, se oculta la antigüedad de la mayoría de los vehículos que componen la flota en la capital arousana.
A excepción de las máquinas limpiadoras de playas, que se adquirieron bajo el anterior gobierno municipal, el resto de los aparatos tienen una edad media que supera ampliamente el nivel recomendado para este tipo de trabajos: unos diez años, puesto que el desgaste de la maquinaria, que debe funcionar los siete días de la semana, es importante. Su renovación no debería, por lo tanto, demorarse mucho más. De ahí la idea de aplicar ese sistema lateral, que exigiría, además, la sustitución de los 600 contenedores de residuos sólidos urbanos que se distribuyen por el municipio.