La plaga de palomas se esfuma de Vilagarcía sin mayor explicación

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La estampa de decenas de palomas sobre los tejados de Vilagarcía parece que ya es historia.
La estampa de decenas de palomas sobre los tejados de Vilagarcía parece que ya es historia. m. miser< / span>

Las bandadas de aves que copaban los tejados se han volatilizado

18 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Probablemente solamente han reparado en lo sucedido los grandes beneficiados de su marcha, pero es fácil constatar que una de las plagas que asolaba Vilagarcía en los últimos años se ha volatilizado, nunca mejor dicho. Las bandadas de palomas que copaban los tejados de la mayoría de los edificios del centro de la ciudad han desaparecido. Misteriosamente y prácticamente de un día para otro en una situación sorprendente. Es verdad que todavía se ve algún ejemplar por la calle, pero en mucha menor cantidad que hace unas semanas.

El imaginario popular, amplio y fértil como es, achaca la huida de las aves al duro invierno que hemos sufrido en estas tierras durante los últimos meses, con una acumulación de borrascas que, según la teoría surgida en las tertulias de parques y cafeterías, podría haber aconsejado a los pájaros a buscar zonas menos castigadas por los temporales.

La realidad, sin embargo, parece ir por otros derroteros. La razón más probable estaría en la aparición de algún depredador, que habría espantado a los animales. En este sentido, el ornitólogo Cosme Damián Romay señala a la hipotética presencia de alguna pareja de halcones peregrinos como causa de la desbandada.

La teoría del envenenamiento parece estar descartada por la simple razón de que no han aparecido cadáveres. Un suceso parecido surgió en agosto del año pasado, cuando la calles de Vilagarcía amanecieron con varias palomas muertas sobre las aceras. Entonces, tanto los cuerpos de las aves como los restos que de ellas habían dejado las gaviotas causaron alarma entre muchos ciudadanos por el problema de salubridad notable que provocaba.

Sea como fuera, lo cierto es que los vecinos que habían buscado mil argucias para evitar que sus terrazas fueran lugar de reposo de las palomas comienzan a plantearse recoger las cintas doradas y demás artilugios.