El negocio que deja la lluvia

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Algunos artículos de vestir y de la casa se están vendiendo como nunca

09 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya saben aquello de que no hay mal que por bien no venga y aunque cada vez está resultando más difícil encontrarle el lado positivo a este diluvio universal que se ha instalado en Arousa, lo hay. El exceso de lluvia genera problemas pero también crea necesidades, y de estas necesidades pueden surgir oportunidades de negocio. Los paraguas, los gorros impermeables y las botas de goma se agotan en las tiendas.

Con febrero ya iniciado, quien más quien menos debería estar pensando en renovar el armario para la temporada de primavera, pero ¿para qué si el invierno amenaza con ser largo y duro?. Tiempo habrá para comprarse una blusa pero, por ahora, el personal sigue buscando complementos para abrigarse hasta el punto de que algunos establecimientos se están viendo obligados a renovar existencias. En la zapatería Anyel?s de Vilagarcía dan fe de ello. «Ya agotamos algunos modelos», señala la propietaria en alusión a las katiuskas. Ahora en rebajas, en este local se encuentran por 15 a 30 euros, con el permiso de las exclusivas Hunter. Las botas de goma se han puesto de moda. Desde hace un par de años se han llenado de color y estampados de modo que también es posible proteger los pies de la humedad cuidando la imagen.

Gustos y precios

Los gorros y las viseras impermeables también están haciendo furor. Con el viento no hay paraguas que dure así que cada vez son más las mujeres y los hombres que optan por este artículo para taparse la cabeza. «Se están vendiendo mucho», cuenta Sofía Beiras, de Costureiro. Para todos los gustos y bolsillos, desde 6 euros hay posibilidad de cobijarse de la lluvia con todos los colores.

Y qué decir de los paraguas. Aunque haya rachas de cien kilómetros, la gente sigue confiando en este artículo. Lo más seguro es hacerse con uno de esos modelos antivuelco que garantizan que el paraguas seguirá firme pese a Petra y a Ruth. Pero como no todo el mundo está por la labor de gastarse 50 euros, los que más tirón tienen son los paraguas baratos, los de los chinos, pero no exclusivamente, «que nosotros también los tenemos», puntualiza Beiras.

La humedad cala los huesos, y el cemento. De modo que, además de vestir el cuerpo, tras dos meses lloviendo se hace necesario abrigarse dentro de casa.

Así que en las tiendas de electrodomésticos el producto estrella están siendo los deshumificadores. «No inverno sempre se venderon pero a xente está comprando agora por necesidade», según explica el propietario de Electrosalnés, José Manuel Padín.

Muchos están esperando a que asome el sol por algún lado para poder ventilar la vivienda, pero como Lorenzo no aparece, el personal se está viendo abocado a desembolsar los cien euros que, como mínimo, cuesta un aparato de este tipo. También están teniendo mucha salida las estufas de butano que se están utilizando para caldear estancias pequeñas en momentos puntuales. «A xente está indo ao butano porque sae máis barato». La bombona resulta más económica que la electricidad y, hoy por hoy, no hay que temer a que pueda explotar o intoxicar el ambiente. El mercado ofrece productos con todas las garantías mediante las llamadas «estufas de calor azul», según explica Padín.

¿Y la ropa, como conseguir que seque en el tendal con la que está cayendo? Los radiadores de muchas casas están tuneados esta temporada con chaquetas, calcetines y toallas y alrededor de los deshumificadores también surgen piezas de la colada a las que no hay forma de sacarles la humedad. Pero, sin duda, el artilugio más eficaz en estos casos es la secadora. Así que este electrodoméstico también se está instalando cada vez más en las casas arousanas. Se pueden adquirir desde 290 hasta 600 euros, dependiendo de si tienen dispositivos anticondensación o no y de la electricidad que consuman.

No hay discusión. Este tiempo de lluvia sale caro porque no hay otra forma de conseguir confort frente a la tempestad que rascándose el bolsillo.

Muchas tejas que reponer

En cuanto escampe y deje de ventar, el negocio será para los albañiles, a quienes esperan un montón de uralitas movidas y tejas desencajadas, y para los pintores, que tienen por delante muchas paredes con manchones de humedad. Pero, según los meteorólogos, todavía no llega la tregua y quedan aún días por delante de invernía. Así que solo queda una opción: viajar. «Sol, la gente busca sol», explica Tamara Molares, de la agencia vilagarciana El salón de tus viajes.

Nada de hacer turismo cultural ni de dejarse embaucar por el encanto de las capitales europeas. Quienes tienen la suerte de poder ir de vacaciones acuden preguntando por destinos de sol, y con garantías. Hasta se desconfía de las Islas Canarias que se están sacrificando por destinos más al sur como Cabo Verde o las islas Mauricio.

Antigripales por un tubo

La otra cara de la moneda la pone la hostelería local. Con el signo de lluvias constantemente instalado sobre el mapa de Galicia y las ciclogénesis explosivas en los periódicos, los turistas no se atreven a cruzar el Padornelo. ¿Cómo van a hacerlo si ni siquiera los de la tierra se aventuran a salir de casa? «Sí la gente pide más deshumificadores. Pero la que entra, porque con este tiempo la gente no sale a la calle», apunta Margarita Vilas de Establecimientos Otero de Cambados.

El tiempo es un arma de doble filo que condiciona, también, las ventas de las farmacias. Las boticas no paran de despachar antigripales y antitusivos. Las cremas solares y la cosmética siguen en las estanterías, esperando tiempos más propicios.