El tren que iba de Cortegada a A Toxa

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La ausencia del tren impidió la unión real de una comarca y una ría que solo se conecta en los mapas y en los papeles oficiales.
La ausencia del tren impidió la unión real de una comarca y una ría que solo se conecta en los mapas y en los papeles oficiales. martina miser< / span>

Los prohombres de la Ciudad de Arousa quisieron unir las islas, pero el proyecto naufragó

03 nov 2013 . Actualizado a las 06:56 h.

La fusión de los tres concellos que dieron lugar al actual Ayuntamiento de Vilagarcía no se hizo porque sí. Aparte de las dificultades de Vilaxoán y Carril para seguir en solitario, había un macroproyecto auspiciado por los más poderosos personajes de la época que desbordaba las fronteras municipales; era la Ciudad de Arousa, que se basaba no solo en la trascendencia del puerto de Vilagarcía, que iba mucho más allá de los límites de Vilaxoán, sino también, y sobre todo, en la adquisición de la isla de Cortegada para destinarla a residencia real, con todo lo que eso implicaba para el desarrollo y la proyección de la comarca.

Y como Vilagarcía ya tenía tren, y en el año 1899 se amplió la línea hasta Pontevedra, a esos prohombres no se les escapó que sería muy ventajoso unir la comarca -esta vez a través de un tranvía- y conectar los dos polos de atracción turística al más alto nivel: Cortegada, donde se iba a construir la residencia real, y A Toxa, donde se daban los primeros pasos para la época de esplendor del balneario.

En ese proyecto tenían mucho que ganar dos personajes, como subraya el historiador Manuel Villaronga en un libro de próxima aparición editado con motivo de la celebración de Centenario. Eran Laureano Salgado y Daniel Poyán. El primero, originario de Caldas, tenía muchos intereses económicos en Vilagarcía, ya que era el dueño del Balneario de A Concha y el promotor de proyectos como el muelle de O Ramal y el edificio de Aduanas, pero también era socio de La Toja, SA, sociedad que explotaba el balneario de la isla. El segundo, propietario del mítico café que llevaba su nombre, era además concesionario de la fonda de A Toxa.

A Salgado ya se le hizo la luz cuando la línea férrea de Santiago a Carril se extendió hasta Pontevedra. De hecho, la defensa que hizo de su villa natal tiene mucho que ver en que el trazado discurra por Caldas y no por Cambados, como se barajó en su momento. Pero al empresario sí le parecía interesante el destino cambadés para el tren eléctrico. Como impulsor de la donación de Cortegada, ya en el año 1903 propuso unir la isla con Cambados a través de un bus eléctrico, lo que permitiría a los clientes de A Toxa coger el barco en esta localidad para llegar al futuro Gran Hotel. De esa manera, los dos puntos de la comarca en los que se iba a concentrar el turismo de alto nivel quedaría unidos. Entonces, el Gobierno incluso le autorizó el estudio de ese y otros tranvías en Galicia, pero hubo que esperar cuatro años más, cuando el proyecto de Cortegada estaba más avanzado y las adhesiones al mismo traspasaban las fronteras de Vilagarcía y Carril, para que la idea adquiriese consistencia.

En el mes de junio de 1907 se constituyó en Madrid la compañía Ómnibus Eléctricos de Arosa, creada con el objetivo de construir y explotar «una línea de ómnibus eléctricos de trole automotor entre Carril, frente a la isla de Cortegada, a Cambados, pasando por Vilagarcía». Los socios de la compañía eran en su mayoría gallegos con intereses en el proyecto.

La propuesta de Cambados

Aprovechando que los aires eran propicios, también el Ayuntamiento de Cambados se movilizó para acercar el ascua a su sardina. En el año 1904, cuando Salgado empezaba a madurar el proyecto, el regidor cambadés propuso a la Diputación de Pontevedra la construcción de un tranvía eléctrico que uniese Vilagarcía con la histórica villa. Cambados ya había perdido el tren a Pontevedra, y no quería quedarse otra vez incomunicado.

Pero eso fue lo que pasó finalmente, porque las condiciones que el organismo provincial impuso estaban tan lejos de los posibles de las maltrechas arcas cambadesas -se le ofrecía una subvención de 5.000 pesetas por kilómetro ejecutado, pero con la obligación de devolverlo en cinco años- que el gobierno local finalmente se echó atrás.

Tampoco prosperó el proyecto de Salgado y Poyán, más que nada porque, como de todos es sabido, la isla de Cortegada se adquirió, pero ni se hizo nunca el palacio real ni el rey tuvo intención de fijar en la ría de Arousa su residencia de verano.

Hubo, con todo, otros trenes que no se perdieron. Con la construcción de la estación de Vilagarcía en el año 1956, el tramo arousano se convirtió en uno de los más solicitados y socorridos del que después fue bautizado como Eixo Atlántico. Y no solo se mantuvo sino que sigue creciendo el ramal del puerto. Pero esa es otra historia que, que por supuesto, también les contaremos.

Los promotores de la iniciativa tenían intereses económicos en los dos enclaves

El gobierno cambadés no se sumó al proyecto por el mal estado de sus arcas