«Yo no soy de marisco. Pero en O Grove no todo son bateas y mar, también hay huertas»

Rosa Estévez
Rosa Estévez O GROVE

AROUSA

Este turista vasco, enamorado de Galicia, se recorre a diario la comarca en bicicleta.
Este turista vasco, enamorado de Galicia, se recorre a diario la comarca en bicicleta. cedida< / span>

01 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La primera vez que pisó O Grove, Iñaki era el técnico deportivo de un club de remo vasco. Empezaban los años ochenta y una tripulación de Mundaka participaba en el Campeonato de España de Bateles que se iba a celebrar en aguas arousanas. Era el mes de mayo, uno de esos mayos floridos y suaves, y el esplendor de la ría conquistó el corazón del vasco. Así que no tardó en volver. Lo hizo unos meses después, acompañado de Pili, que le acababa de dar el «sí quiero». «Volví aquel mismo verano, en julio, en el viaje de novios». Y desde entonces han vuelto todos los años, puntuales, a su cita con O Grove y con el hotel Amandi, donde se han alojado siempre.

¿Qué tiene Galicia para que no se cansen de volver y volver? «De todo», contesta Iñaki. El clima, que es excelente. «De la sierra de O Barbanza para arriba, es un clima muy parecido al de mi país. Pero en las Rías Baixas es un clima distinto. Hace calor, pero con la brisa se lleva bien, mucho mejor que el del sur». Algo, dice, que no todo el mundo sabe, porque «los medios cuando hablan del tiempo en Galicia lo hacen de forma muy genérica. Sigue habiendo tópicos. Hay quien cree que aquí siempre llueve».

Perderse en O Salnés

El clima lleva aparejado un paisaje en el que Iñaki disfruta perdiéndose. Aunque ahora que «conozco Galicia tan bien como Euskalerría», ya le cuesta más trabajo el vagar sin rumbo, subido a su bicicleta. Y es que él, que hasta los cuarenta años no le había dado al pedal, tuvo que empezar a hacerlo «por prescripción médica». En O Salnés ha encontrado el lugar ideal para convertir la terapia en un auténtico placer. Cada mañana, bien pertrechado, se lanza a la carretera sin rumbo predeterminado. Lo mismo puede llegar hasta Carril que dejarse ir por el corazón de la comarca, disfrutando de las viñas, conociendo a los paisanos y haciendo alguna que otra parada técnica en las «tabernas que hay en el camino, en las que, por cierto, se come de maravilla».

Y es que la gastronomía, asegura Iñaki, es otro de los atractivos que tiene nuestra bendita tierra. Paradójicamente él, que veranea en el «paraíso del marisco», se declara poco amante del mismo. «Nací para pobre. Solo me gusta el mejillón, que es un alimento excelente, y aquí lo hay muy bueno», explica. «Pero en O Grove no todo son bateas y mar, también hay huertas, y dan unos productos muy buenos». Las verduras, sumadas a una carne «de primera» engalanan su mesa tanto como la mejor de las mariscadas.

El idilio de Iñaki y Pili con Galicia se lo han contagiado a su hijo, que desde pequeño veraneó en la costa de O Grove. «Llevaba varios años sin poder coger vacaciones, entre los estudios y el fútbol. Y este verano que pudo cogerse unos días para aquí se vino. Pero con la novia, claro». La saga, pues, continúa.