Mientras Catoira se pelea con los vikingos, en Cambados los cabaleiros brindan con albariño
04 ago 2013 . Actualizado a las 06:50 h.Hace 53 años, quien sabe si víctimas de una maldición de efecto retardado lanzada por el arzobispo Gelmírez, los vikingos del rey Ulf volvieron a navegar Ulla arriba para intentar domar las Torres do Oeste, en Catoira. Desde que rompieron la barrera temporal, los bárbaros del norte vuelven cada primer domingo de agosto a intentar completar su misión. Nunca logran su objetivo, nunca llegan a Compostela: los catoirenses neutralizan sus machetes y sus espadas con buenos grolos de vino tinto. Si en su viaje a través del tiempo los bárbaros del norte torciesen un poco su rumbo, podrían acabar desembarcando al pie de la torre de San Sadurniño, en Cambados. Pero esa puerta de entrada tampoco les conduciría hasta los tesoros de Compostela: una marabunta de fieles del vino Albariño acabaría obligándolos a brindar en A Calzada, y probablemente terminarían como un turista más, viendo pasar a los cabaleiros y las damas que tienen como misión defender, allá donde vayan, al príncipe de los blancos.
Condenados
Y es que, fruto de un encantamiento para proteger Compostela, la orilla sur de la ría de Arousa arde en fiestas cada primer domingo de agosto. Los coches bullen en las carreteras, canalizando hacia el norte a quienes quieren presenciar el ataque bárbaro a las torres catoirenses, y hacia el sur a quienes optan por disfrutar en primera persona de la jornada más protocolaria y glamurosa de la fiesta del Albariño. Dos celebraciones que nacieron más o menos a la par -no se llevan ni una década- y que han logrado crecer y crecer, pese a la competencia que se hacen.
¿Qué se ofrece hoy por Catoira? Tras la larga noche de cena vikinga, de espectáculo de luz y de concierto a pie de playa (fluvial), a las diez de la mañana sonará el cuerno que marque el inicio de la fiesta, con la apertura de los puestos del mercadillo vikingo -no habrá mejillonada popular porque apenas hay mejillón gallego en el mercado, cosas de la marea roja-. A mediodía, la escuela municipal de teatro utilizará el recinto de As Torres como escenario para una de sus actuaciones. Y a la una de la tarde, puntuales como auténticos bárbaros, dos barcos cargados de vikingos llegarán desde el pasado para proceder a la dramatización del desembarco, el punto fuerte del programa. Luego, la fiesta seguirá en el campo de batalla, con grupos de animación y más vino corriendo entre los manteles de una comida campestre.
Por otros derroteros
En Cambados, la fiesta va por otros derroteros. Durante la mañana, ante quienes arriben a Cambados se abren dos opciones: o tomarse un albariño festivo y bullicioso en A Calzada, o probar el vino de una forma más relajada y sofisticada en el salón de Peña. Eso sí, al filo de la una y cuarto de la tarde hay que estar pendiente del desfile de Capítulo Serenísimo del Albariño, cuyos integrantes, ataviados con sus mejores galas, pondrán rumbo al patio de Armas de Fefiñáns para renovar sus votos de fidelidad al príncipe de los blancos. La comida oficial pondrá el broche de oro de la fiesta.