La patita que asoma bajo la puerta

Javier Gago

AROUSA

03 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Por fin, el PP enseñó la patita, y era como se esperaba: tan negra como el sobaco de un mono; tan injusta como la condena de un inocente; tan traicionera como un tiro por la espalda. Pero, ¿qué otra cosa se esperaba? A saber, recorte de gastos a quiénes más necesitan de lo público: congelación del salario mínimo; aplazamiento durante un año de la aplicación de la Ley de Dependencia; no renovación de la renta de emancipación para jóvenes; no reposición de vacantes de empleo público que afecta a la oferta de empleo (¿quién reemplazará a médicos y profesores que causen baja, por ejemplo?); hachazo bestial a los fondos destinados a I+D+i, etc. Por otro lado, subida de impuestos (donde dije digo, digo diego) que afectan más a las clases medias: incremento del IRPF y subida del IBI, con renuncia total a recuperar el impuesto de patrimonio, o implantar uno similar sobre grandes fortunas, a imagen de lo aprobado en otros países europeos. Eso sí, para contentar al sector financiero, propietario de la mayor parte del parque inmobiliario, se recupera la deducción por vivienda, que nos costará miles de millones de euros, y no sólo subvencionaremos al trabajador que adquiere su primera modesta vivienda, algo justo y positivo, sino también la mansión de lujo que pueda adquirir un ejecutivo que gane, por ejemplo, medio millón de euros al año, como si este caso, y en los tiempos que corren, necesitara de ayuda pública.

Pero, ¿para qué alarmarnos anticipadamente si, como la ministra portavoz Santamaría ya anunció, esto es solo el «inicio del inicio»? Casi una maldición bíblica, más severa aún, se me antoja, que el clásico «el principio del fin». Y, por si no lo habíamos entendido bien, el ministro De Guindos, ex directivo de Lehman Brothers, experto conocedor y de primera mano de los estragos que causa la especulación económica, nos regala con la guinda al pastel de nuestra desesperanza al vaticinar, para este año que empieza, «rayos, truenos y centellas», versión castiza de la famosa «sangre, sudor y lágrimas».

Claro está que todas las medidas tomadas y las que se adopten en el futuro, vienen obligadas por la herencia de «ruina económica y social» recibida, según palabras que, con compleja pronunciación y desagradable tono de voz, la ministra Báñez dixit, olvidando que sus propios compañeros de comparecencia y gobierno afirmaron que la desviación del déficit público era responsabilidad de las comunidades autónomas, mayoritariamente gobernadas por el PP.

Y, mientras tanto, ¿qué nos dice nuestro callado líder, presidente Rajoy? Pues que el que no habla, otorga, y que en boca cerrada no entran moscas, así que para adivinar la que nos viene encima escuchemos la voz de los supercicutas señores Rosell (CEOE) y Rouco (CEE), que tanto monta, porque lo que es a él nadie le cogerá en un renuncio, salvo en el juego de cartas de un casino provinciano.

¡Y a mí que, pese a todo, y llevado por el espíritu navideño, se me da por desearles lo mejor en 2012! Y es que no aprendemos.