La Illa das Esculturas ha sufrido más de cuatrocientos ataques desde 1999

María Conde PONTEVEDRA

AROUSA

El comisario del complejo asegura que se ha tenido que hacer cargo de la última reparación El laberinto de Robert Morris volvió a ser objeto de una agresión la pasada semana

07 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?a Illa das Esculturas espera hoy una visita muy especial; la del coleccionista y escritor belga Mickey Böel, que viene a tomar nota del complejo artístico para incluirlo en un libro sobre los parques escultóricos españoles, entre ellos el prestigioso Chillida Leku. Sin embargo, el panorama que se encontrará Böel no es nada alentador. El comisario del proyecto, abierto en el año 1999, lo dice claramente: «A Illa agoniza». Antón Castro denuncia el constante acoso a que se ve sometido el parque, ante la pasividad de la Administración local e incluso pone le pone cifras. En este sentido, asegura que desde su inauguración, las esculturas de A Xunqueira han sufrido más de cuatrocientos ataques.El último de ellos se produjo el pasado viernes, según el propio Castro, y volvió a afectar al laberinto de Robert Morris que, sin duda, es la obra que mayor número de agresiones acumula, sobre todo en la cubierta de pizarra.El comisario del proyecto indicó que ya se habían arreglado el jueves los daños, «una última recuperación que he tenido que pagar yo, con una factura de más de seiscientos euros, pero el viernes, ya lo habían vuelto a estropear». Precisamente, personal de la Escola de Canteiros acudió ayer al parque a dar los últimos retoques a esta pieza del creador norteamericano.Castro llama «insensible» al concejal de Cultura, Luis Bará, y responsabiliza especialmente al Concello de la dejadez en el cuidado del recinto. Aunque paradójicamente, una de sus quejas también afecta a los trabajos de limpieza del parque, concretamente en la escultura de los hermanos Patrick y Anne Poirier.En esta pieza la vegetación tenía que haber recubierto en cuatro años la estructura metálica que rodea a la figura central, un cerebro de piedra, pero la intervención de los jardineros municipales, según Antón Castro, lo ha impedido. «Me he quejado varias veces, pero siguen sin hacer caso», indicó el comisario.