27 nov 2019 . Actualizado a las 20:38 h.
Vivimos en un país donde el «presentismo» laboral sigue estando mejor visto que la eficiencia y la capacidad de adaptación del trabajador. Como comensales vemos razonable acudir a un restaurante a comer a las cuatro de la tarde, hacer la compra en el súper a las 20.55 horas, toleramos que los horarios escolares no cuadren con los laborales y miramos con recelo las jornadas reducidas para cuidar a niños, mayores o dependientes. Queda por avanzar. Y no siempre es papa Estado el que pone las trabas.