Las bodas de oro de una monja

s.s. VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Martina Sendino las celebrará este jueves en Burela

05 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cincuenta años han pasado desde que Martina Sendino del Olmo se hizo monja. De la orden de las Hijas del Divino Celo-Rogacionistas, ahora dirige en Burela tres centros donde asisten a niños, adolescentes e incluso a familias. Este jueves, día de la Inmaculada Concepción, la Hermana Martina celebrará sus bodas de oro en la población mariñana a la que llegó a finales del 2000.

La conmemoración del medio siglo de «vida consagrada» está programada para las doce y cuarto del mediodía del día 8, en la iglesia parroquial de Burela, donde Martina Sendino también ejerce una «laboral pastoral». La combina con la dirección del Centro de Menores San Aníbal, de la Centro de Acollida María Nazarena y de la Casa de Familia San Aníbal, los tres situados en la villa burelense.

Profesó en Roma

Con motivo de las bodas de oro de la Hermana Martina, desde la comunidad de las Hijas del Divino Celo en Burela recuerdan la trayectoria de una mujer que ha dedicado su vida a los demás. Natural de la provincia de Palencia, comenzó sus estudios en el Colegio Apostólico que tenía la congregación a la que pertenece en una población de Guipúzcoa. Entró en las Hijas del Divino Celo al acabar sus estudios, cuando «reafirma su vocación».

Su siguiente destino fue Roma, donde hizo el noviciado y donde profesó como monja en 1966. «Ampliando sus estudios teológicos», Martina Sendino estuvo en Roma hasta finales de 1968.

Maestra durante 27 años

De ahí fue destinada a Barcelona, donde estudió Magisterio. Aprobó la oposición y comenzó a trabajar en una escuela pública en Granollers. Eran «años de una fuerte inmigración interior proveniente de Andalucía y Extremadura hacia el cinturón industrial de Barcelona». En ese contexto socieconómico, Martina Sendino ejerció de maestra 27 años y combinó ese trabajo «con una fuerte labor pastoral en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima», también en Granollers.

Corría el año 1997 cuando la congregación a la que pertenece le pidió que se trasladase a Bolivia. Después de un período de preparación, allá se fue, acompañado de otras dos religiosas, una italiana y una brasileña. En Cochamba Urkupiña fundaron una comunidad y abrieron «un modesto colegio de la Fundación Hombres Nuevos», que dirigía Martina Sendino. Como faltaban medicamentos, también abrieron una farmacia-herbolario. De aquellos años queda «un contacto con una realidad muy dura: niños de la calle, abandono, alcoholismo, la mujer en una situación muy precaria...».

En Burela desde el 2000

Tres años después, en el 2000, la Superiora General de las Hijas del Divino Celo le propone regresar a España, para fundar una nueva comunidad fuera de las grandes ciudades, Barcelona y Madrid, donde estaba la congregación. «Con gran pesar», Martina Sendino acepta. En la Confederación de Religiosos de España le dicen que en la diocésis de Mondoñedo-Ferrol «cuentan con escasa presencia de religiosos».

La Hermana Martina aprovecha que Gea Escolano, entonces obispo de Mondoñedo-Ferrol, está en Madrid y habla con él. Ante la «insistencia» de Gea, a finales del 2000 se viene para Burela, acompañada de otra religiosa. En principio era para «una experiencia de cuatro meses», pero ante la «gran acogida por el pueblo de Burela», en el año 2001 ella y otras tres monjas fundan en Burela la comunidad de Hijas del Divino Celo-Rogacionistas.

Tres centros asistenciales

Desde entonces hasta ahora, Martina Sendino combina en Burela la «labor pastorial» en la parroquia, con «el servicio de la caridad, de manera especial con la infancia». De ahí, en «colaboración con la Xunta» han surgido los tres centros de asistencia social que rige en Burela la congregación religiosa en la que la Hermana Martina cumple ahora cincuenta años.

Empezaron en el 2002, con el Centro de Día de Menores San Aníbal; seis años después, en el 2008, abrieron el Centro de Acogida para Familias María Nazarena; y en el 2012, el Centro de Menores Casa de Familia San Aníbal.