De Mondoñedo a Foz

A MARIÑA

14 may 2014 . Actualizado a las 15:15 h.

AVila mariñeira de Foz, es ese mar del norte, mar de Mondoñedo, al que se refería Álvaro Cunqueiro. Mondoñedo es la capital de mi provincia. Sus calles de piedra conservan los pasos de aquellos seminaristas por cuando Santa Catalina, tal como describe Pascual Madoz, llegó a recibir cada año a 400 estudiantes, creándose ambiente que simulaba al de una ciudad universitaria.

Hace unos días, mi amigo y mindoniense, Paco Piñeiro, relataba la magia de los poemas entre agua, pan y latín, que junto a barberías, cantinas y dulcerías, forman parte del patrimonio histórico costumbrista de nuestra Britonia.

Pero lo mismo que el Masma se dirige a Foz, la cultura también lo hace, y conmemora As Letras Galegas de Xosé María Díaz Castro, que estudió en esas aulas mindonienses hoy cerradas pero no olvidadas. Y es que me gustaría decirle a Cesar Antonio Molina que no basta con preocuparse por la banalización de la vida cultural -tiene razón- entre el menosprecio de las obras literarias, artísticas y filosóficas que hace una clase de dirigentes sospechosos de incultura cada vez que hablan o escriben (?). Hay que ocuparse, cada uno en su espacio, predicando con la iniciativa- el ex ministro siempre lo hizo-

Así lo han hecho artistas mariñanos. La articulación del proyecto que se puede disfrutar en el CENIMA de Foz, surge a la sombra de San Martiño, dónde vive y trabaja, Daniel Caxigueiro, vecino de Juan Queralt, amigos de Xoán Guerreiro, Juan Puchades, este a su vez maestro del Premio Nacional de Artesanía, Sito Otero Regal, que compuso un magnífico mural para la entrada del Centro en el puerto de la villa que tanto quiere mi amigo Suso del Bahía, o que tanto quiso Manuel María.

Manifestaciones culturales

En verdad resulta duro reconocerlo. Lo que dijo Larra, «vivimos un país que margina al que tiene la nefasta manía de pensar». Para sublevarse, nada mejor que unirse en manifestaciones culturales que expongan ante el ciudadano la creatividad de gentes como Pablo Libio, que inmortalizó a «Gato», un personaje de las calles de Viveiro, por las que se ha ido haciendo artista -músico, fotógrafo y pintor- David Catá.

Tanto Juanel que describe como nadie las escenas marineras de siempre, cerámicas de Chus López Lage, esculturas de Quique Guerra, que un día transformó un hueso de ballena en el rostro de Nando Blas, queimador y gaiteiro, en una cita a la que siempre llama el cartel de Vizoso. Los azules lluviosos de Xeada, el mensaje de Celso Dourado, las vidrieras de Neira Brochs, y hasta más de cuarenta en discurso gallego y mariñano.

¿Quién da más?. Mujeres y hombres del siglo XXI. Vanguardia entre la mar y el viento. Casi sin proponérselo. Como el poema que canta Miro Casabella sobre meu país, tecendo a sua historia, saudando o mar aberto.