Heredero del dueño de aserraderos, barcos y una conservera

La Voz

A MARIÑA

26 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El bienhechor José Manuel López de Castro Souto se crió en una familia de empresarios que supieron aprovechar y trabajar los recursos autóctonos, llegando incluso a cerrar ciclos productivos como el de la madera. Su padre, Damián López de Castro, está considerado uno de los empresarios más pujantes y notables de la historia moderna de Foz. En el lugar de As Charelas-Vilaronte montó una fábrica con nueve aparatos para serrar y que incorporaba una sierra de carro en la que se podían tratar vigas de mucha largura y preparar las quillas para los barcos que se construían en Foz.

Un obrero que trabajó con el empresario, pero que prefiere manterse en el anonimato, recuerda que en el complejo también funcionaba un taller mecánico con un torno «que era a admiración de toda a volta». En este taller trabajaban entre 10 y 15 obreros. «O prezo da gasolina estaba carísimo e foi cando se inventou o gasóxeno para os camións», explica el antiguo trabajador, hoy jubilado.

También funcionaba una clínica de urgencias, a la que acudía a diario un médico de la Seguridad Social. Otro servicio complejo era un comedor para los obreros, con duchas y lavabos. El empresario creó un equipo de fútbol integrado por obreros, que disponían de un campo de fútbol propio. La flota de la empresa incorporaba seis o siete camiones.

Además, el industrial era propietario de dos barcos de cabotaje que transportaban madera y de una embarcación pesquera. Fuera de Vilaronte, en la parroquia de Bacoi poseía un aserradero y molinos; en Viveiro, una fábrica de máquinas de serrar y, en Gijón, una cepilladora industrial.

Las primeras casas con luz

Como prueba del carácter multidisciplinar del industrial Damián López cabe recordar que también era socio de Reimunde y López en la planta Electra del Masma, pionera en producir energía para abastecer de luz a las parroquias de San Martiño, Vilaronte y alrededores. Puso en marcha un surtidor de gasolina en A Espiñeira, poseía un almacén de sala y una fábrica de conservas, en la que trabajaron muchas mujeres del municipio. El obrero jubilado recuerda que en 1947 «a conserveira cobrou moita importancia pola chegada do chicharrón, houbo tres invernos moi bos e sacou moita fame».

Las instalaciones de As Charelas fueron escenario del rodaje de una película que se proyectaba antes del noticiero No-Do , que recuerda desde las talas pasando por el trabajo de los aserraderos hasta el traslado de la madera en barco.