Leopoldo Calvo-Sotelo, distinguido con un título de nobleza, habla de la tierra de sus orígenes Leopoldo Calvo-Sotelo tiene una nueva distinción que lo vincula con ese Ribadeo que lleva en la memoria, en el entendimiento y en la voluntad. Recién nombrado marqués de la Ría por el Rey, en esta conversación recuerda sus primeros años en la villa, en donde tuvo los primeros amores y se estrenó como lector y escritor. Ahora, décadas después, observa cómo aquella pequeña localidad, tan decisiva en su vida, va dejando de ser una villa para convertirse en una ciudad, un fenómeno que asocia con la construcción del Puente de los Santos y con el acercamiento de esas dos orillas que tantas cosas comparten. Y habla también de su pasión por navegar.
29 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Siempre es satisfactorio recibir una distinción, sobre todo si procede del rey; pero la alegría es mayor si el honor va relacionado con Ribadeo. Así resumía a este periódico Calvo-Sotelo sus primeras impresiones sobre su título nobiliario. Nació en 1926 en pleno centro de Madrid, pero subraya que tiene tres abuelos gallegos y que en la capital siempre fue considerado gallego. «No sólo no rechacé ese trato sino que siempre lo propicié», afirma. «Y que el rey se haya acordado de que además de gallego soy ribadense y aficionado a la navegación, es algo que agradezco muchísimo», añade. Leopoldo Calvo-Sotelo tiene en Ribadeo una calle que baja de la zona más céntrica hacia el muelle de Porcillán. Algo parecido a lo de esa calle ha sido parte de su vida reciente, ya que el primer marqués de la Ría de Ribadeo surcó las aguas de la política española en los interesantes y a veces agitados tiempos de la transición, mientras que ahora navega por las aguas del Eo y del Cantábrico. El marquesado que estrena completa un trío de curiosas distinciones relacionadas con Ribadeo, pues ya era patrón honorario de la cofradía y alcalde honorario. Y al hablar de la impresión que le había producido el galardón, confesó, en declaraciones a Beni Mántaras en el programa Protagonistas de A Mariña de Onda Cero, que era triple alegría: como gallego, ribadense y marinero. Con este periódico habló el miércoles por la mañana. En la conversación aparecen el Ribadeo de ahora y el de antes, y la vinculación de su familia con la localidad le ha dado un amplio conocimiento del pasado local. De los tiempos de antes y de los de ahora habla con ritmo tranquilo pero no lento. -Supongo que esa afición suya por el mar y por la navegación viene de su etapa ribadense, ¿verdad? -Viví en Ribadeo de los nueve a los catorce años, y así es difícil no aficionarse al mar. Yo pasé en Ribadeo inviernos y veranos, y no soy veraneante: voy también en invierno, me gusta más que en verano. -¿Cómo cambió la localidad desde su adolescencia? -Ribadeo es hoy, más que villa, una ciudad, con demasiadas casas muy altas y con una riqueza comercial admirable. Y además el Puente de los Santos ha incorporado a la cuenca de Ribadeo a buena parte del vecino occidente de Asturias.