El nieto 101 tiene sangre gallega

Agustín Botinelli

INTERNACIONAL

El hijo de una descendiente de gallegos desaparecida en la dictadura argentina se encuentra con su padre a los 32 años

25 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Una saga de gallegos llegados de Vigo en uno de aquellos barcos de antes y otra saga de vascos con puerto de partida en Bilbao se conocieron un día en Buenos Aires y se unieron, sumando así una más a la larga lista de historias de inmigrantes que surgieron a este lado del mar. Sus protagonistas eran Abel Madariaga, con sangre del País Vasco en sus venas, y Silvia Quintela, que oyó a sus abuelos hablar de sus padres y de la lejana Galicia. Solo que esta vez esa historia tiene un lado dramático, feroz, violento.

Abel Madariaga solo había intuido a su hijo Francisco dentro del vientre de su pareja, Silvia Quintela, una médica militante de la Juventud Peronista que a los cuatro meses de embarazo, durante la última dictadura militar de Argentina (1976-1983), desapareció. Fue el 17 de enero de 1977 cuando fue ingresada en el centro clandestino de detención conocido como El Campito, donde permaneció retenida hasta julio de ese mismo año, cuando se le practicó una cesárea.

Nada más tener constancia del suceso, Abel se exilió a Suecia y más tarde a México. Con la llegada de la democracia, en 1983, regresó a Argentina, donde contactó con las Abuelas de la Plaza de Mayo para intentar dar con el paradero de su hijo.

Por su parte, Francisco comenzó a sospechar de su verdadera identidad cuando interrogó a su madre legal, Inés Susana Colombo, acerca de sus orígenes: una pregunta que ella no pudo responder y que la llevó a confesar que era uno de los niños procedentes de El Campito, por lo que era probable que fuera hijo de desaparecidos.

Inés Susana aseguró que su marido, Víctor Gallo, un oficial de Inteligencia del Ejército que maltrataba a su familia, le comentó que había un niño abandonado en el hospital del centro y le planteó la posibilidad de adoptarlo. Ella dice: «¿Cómo iba a dejar a un niño?». Dio el visto bueno y a los pocos días el bebé fue entregado al matrimonio, «todavía con el cordón umbilical», según le relató.

Francisco también recurrió a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que, tras escuchar su historia, solicitaron que se le hiciese una prueba de ADN. Finalmente, los resultados confirmaron sus sospechas y lo devolvieron a su verdadero padre.

El martes, Abel y Francisco dieron una rueda de prensa para contar que se encontraron 32 años después del secuestro. «Nos fundimos en un abrazo como si hubiéramos estado separados un año», relató Abel en referencia al reencuentro, el primero cara a cara. Con el caso de Francisco ya son 101 los hijos de detenidas desaparecidas durante el régimen que recuperaron su identidad.