Los talibanes inician su boicot electoral atentando contra la ONU

Sardar Ahmad

INTERNACIONAL

La embajada de España recibió varios impactos de bala durante el ataque del «comando» de insurgentes

29 oct 2009 . Actualizado a las 09:47 h.

Cinco empleados extranjeros de la ONU murieron ayer en Kabul en un ataque reivindicado por los talibanes como la primera etapa de su campaña para hacer fracasar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales afganas. Ante la amenaza, la ONU prometió seguir su misión en Afganistán, mientras la Casa Blanca aseguró que no harán descarrilar los comicios del 7 de noviembre.

El ataque comenzó a las 5.30 hora local (2.00 en España), cuando tres rebeldes vestidos con uniformes de la policía y provistos de cinturones explosivos y armas automáticas, según la policía, asaltaron dos casas de huéspedes, próximas a la Embajada de España, en el barrio de Shar-e-Now. La legación diplomática española, ubicada entre las dos residencias en la misma calle, recibió el impacto de algunas balas perdidas, pero su personal no sufrió daños. En esos momentos, los hostales Bejtar alojaban a una veintena de funcionarios que preparan el proceso electoral.

Tres horas de tiroteos

El ataque concluyó después de tres horas de tiroteos y el lanzamiento de dos proyectiles contra el lujoso hotel Serena de la capital -objetivo de un audaz asalto en el 2008-, tras la muerte de los tres asaltantes, dos miembros de las fuerzas de seguridad afganas y un civil.

Otros nueve funcionarios de la ONU resultaron heridos, algunos de ellos de gravedad, declaró un portavoz de la organización en Kabul, Adrian Edwards. Aunque antes había dado un balance de seis empleados extranjeros muertos, explicó que «se necesitan exámenes forenses para confirmar la identidad» de una sexta víctima. El portavoz no pudo informar de la nacionalidad de los fallecidos. La embajada de Washington dijo que un estadounidense figura entre los muertos, mientras la agencia afgana AIP habló de tres nepalíes y de un británico.

El sexto en la capital

El atentado de ayer, el sexto en dos meses en Kabul, en una de las zonas más protegidas, pone en evidencia la incapacidad de las fuerzas afganas e internacionales para garantizar la seguridad de la población y, sobre todo, de los electores en los próximos comicios.

«Es un día muy duro para la ONU en Afganistán», dijo el jefe de la misión (Unama), Kai Eide. «Las Naciones Unidas siguen decididas a continuar el trabajo que realizan en el país», señaló desde Nueva York el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, tras condenar el «despreciable y brutal» ataque. En la memoria del organismo están los atentados que sufrió en los días más negros de Irak.

El presidente Hamid Karzai ordenó ayer que se disponga una «seguridad reforzada» para las organizaciones internacionales en Kabul, calificando al ataque de odioso e inhumano. En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, aseguró que el atentado representa «un intento de impedir que los afganos elijan a su próximo Gobierno», pero «no tendrá éxito». En Madrid, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos aseguró ayer que la embajada en Afganistán está «bien protegida», tras calificar el incidente de gravísimo.