Los bomberos australianos continuaban ayer la lucha para salvar de las llamas vidas y pueblos enteros, mientras que el fuego ya había causado 181 muertos, a los que probablemente habrá que sumar 50 desaparecidos, con lo que el número final superará los 220. Además, más de 7.000 personas sin hogar pernoctaron en centros de acogida, tiendas de campaña o en sus coches. El fuego arrasó desde el sábado más de 3.000 kilómetros cuadrados en el estado de Victoria, incluidos pueblos enteros y cerca de mil viviendas. La policía creó una unidad especial, llamada Fuerza Phoenix, para investigar las causas de los incendios y sus consecuencias, y se comprometió a entregar un informe individual sobre cada una de las víctimas. La investigación puede durar entre seis meses y un año. Kinglake, a 80 kilómetros al norte de Melbourne, es la localidad con mayor número de muertos, 35 hasta ahora. Según supervivientes y bomberos, muchas personas esperaron el sábado hasta el último momento y al final las llamas los sorprendieron con todo preparado para partir.