Se acabó el romance. Barack Obama, mimado por los medios estadounidenses durante más de dos años, sufrió ayer su primer juicio popular después de que Tom Daschle renunciara a ser secretario de Sanidad por problemas con el fisco y se convirtiera en la tercera baja del Gabinete, echando al traste el mensaje de ética y transparencia del presidente. El caso Daschle pilló por sorpresa a una Administración que ayer reconoció que «no tener un plan B» para sustituir al político y que en las últimas semanas ha visto cómo la sombra de la duda se cierne sobre ella.
Y es que, más allá del inevitable retraso que esta dimisión significará para la extensa reforma sanitaria prometida por Obama, muchos periódicos lo acusan de haber fracasado en su intento de reunir a un equipo de intocables, que, a pesar de haber pasado la supuesta prueba de fuego del equipo de transición demócrata, acabaron cayendo ante el inescrutable Senado.
«Es mi error y por ello me siento frustrado», acabó reconociendo el martes el propio Obama, que concedió hasta cinco entrevistas televisivas para aplacar el escándalo. En su jornada más dura, el presidente se escapó un par de horas para leer cuentos a unos escolares, acompañado de Michelle, en una visita por sorpresa a una escuela pública de Washington. Este intento de dulcificar su imagen no evitó que la prensa escupiera por primera vez veneno contra un líder que afronta ahora la tarea de elegir rápidamente a un sustituto a prueba de balas.
En su lista están figuras de la talla del ex presidente del Comité Nacional Demócrata Howard Dean, médico de profesión y una los apellidos más respetados del partido, si bien su tensa relación con los republicanos podría poner el peligro cualquier movimiento futuro. Quizá por eso, desde las filas demócratas se apuesta por cualquiera de los gobernadores liberales que en los últimos tiempos han realizado reformas sanitarias en sus propios estados. De ser así, la lista de los más deseados incluirá a Kathleen Sebelius, gobernadora de Kansas; Edward G. Rendell, de Pensilvania, a y Jennifer M. Granholm, de Míchigan. También, y en un intento por colar a otro premio Nobel en el Gabinete, The Wall Street Journal menciona a Harold E. Varmus, actual director de uno de los centros de investigación para el cáncer más importantes del país.
Jeanne L. Lambrew, coautora con Daschle del libro sobre la reforma del sistema sanitario en EE.?UU., suena como la candidata más firme para dirigir la oficina creada especialmente para supervisar la reforma sanitaria.