La directiva de retorno lleva camino de convertirse en una madeja tan enmarañada que amenaza con eternizarse y, por lo tanto, perder eficacia en el cumplimiento de sus objetivos. Dentro del proceso de toma de decisiones de la Unión Europea, el ámbito de este proyecto de ley recae en el grupo de materias que, a propuesta de la Comisión Europea, deben ser aprobadas mediante el procedimiento de codecisión por el Parlamento y por el Consejo. Y poner de acuerdo a las dos instituciones -una cuenta con 785 eurodiputados y la otra con veintisiete ministros- no es una tarea fácil.
Ahora mismo, ambas instituciones están debatiendo sobre un texto que, de sufrir cambios en cualquiera de ellas, debería ser de nuevo sometido a la aprobación de la otra, lo que podría acabar convirtiéndose en un partido de tenis institucional. La UE lleva tres años tratando de sacar adelante unas normas comunes sobre la inmigración irregular, pero no parece nada claro que vaya hacerlo a corto plazo.