De general enérgico a armador de consensos

Carlos Batista

INTERNACIONAL

25 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Raúl Castro carece del poderoso carisma de su hermano Fidel, pero es el hombre fuerte del sostén militar del régimen, realista, con dotes de organizador y armador de consensos. Diecinueve meses de Gobierno provisional por una grave crisis de salud de Fidel, le dieron una imagen de firme partidario de la polémica y el cambio, en vez de la del general enérgico y duro juez que mantuvo durante decenios.

Raúl fue el general que impuso en los años sesenta unidades militares que concentraron homosexuales y otras personas mal vistas por el Gobierno, y también el político que encabezó el cierre de una revista de intelectuales en 1971 o acusó a académicos de «quintacolumnistas» en 1996. Pero hace diez días aplaudió y abrazó públicamente a Antón Arrufat, uno de los escritores marginados en la política de censura de los años sesenta y setenta, tras oír su discurso en el que criticó aquella época, en la Feria del Libro.

En la simbólica fiesta del 26 de julio, Raúl convocó a reparar lo mal hecho y desató la lengua de los cubanos cuando los alentó a hablar de los problemas «con sinceridad y valentía», «sin miedo de ninguna clase», y a los dirigentes les pidió que aprendan a escuchar.

Pero las autoridades del Gobierno sostienen que es el primer fidelista. «No hay en el pensamiento político de Fidel y Raúl un alfiler de diferencia», describió el canciller Felipe Pérez Roque. Consideran que tiene poder y legitimidad para ser la «figura de la transición».

Cambio de imagen

En su libro Después de Fidel , Brian Latell, ex analista de la CIA, opina que «para poder conservar el poder por un largo período, tendría que cambiar esa imagen de Raúl el terrible. En junio sorprendió a los cubanos al aparecer en televisión junto a sus cuatro hijos (Débora, Mariela, Alejandro y Nilsa).

Su hijo Alejandro es coronel del Ministerio del Interior y su mano derecha. Mariela, una reconocida sexóloga, defensora de los homosexuales. Su yerno, Luis Alberto Domínguez controla las finanzas de las Fuerzas Armadas y su nieto, el fornido Raúl Domínguez Castro, es su inseparable escolta.