Desde la llegada al poder de Rafael Correa, el país andino ha tomado un rumbo en línea con las políticas de Hugo Chávez y se identifica con la revolución bolivariana
07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.Rafael Correa habla de revolución, de nacionalismo y de recuperación de la soberanía. Y ahora habla también de victoria, después de que su partido ganara la mayoría de los escaños en la elección de los nuevos representantes a la Asamblea Constituyente, hace una semana. Este discurso recuerda al del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y tal parece que Ecuador será la siguiente nación en emular las políticas socialistas de su vecino.
Correa se autodefine como un «humanista cristiano de izquierda» y su propuesta se basa en una política que apela a la soberanía del país y a la integración regional en el marco del llamado socialismo del siglo XXI, conocido también como integración o revolución bolivariana y cuyo principal impulsor es Hugo Chávez.
La llamada revolución bolivariana es un término creado por Simón Bolívar, quien buscaba liberar a los pueblos americanos que estaban bajo el dominio español en el siglo XIX.
En la actualidad, el término ha sido acuñado por Chávez y su objetivo es lograr una integración sudamericana que actúe como contrapeso a las políticas de Estados Unidos y que siga los pasos de Cuba y de su amigo Fidel Castro.
Reformas
Sin embargo, incluso quienes han visto con buenos ojos el intento latinoamericano por definir su propia ruta de desarrollo sin la presión estadounidense, han alertado sobre la amenaza de que los nuevos líderes estén buscando con algunas de sus reformas eternizarse en el poder y convertirse en dictadores.
En el caso de Ecuador, estas reformas son fundamentalmente dos: por una parte, la recuperación de la soberanía energética, lo que hace temer a las transnacionales del petróleo un futuro proceso de nacionalización; y la segunda, la redacción de una nueva constitución para el país.
En el caso de la primera, esta misma semana Correa anunció la firma de un decreto que obliga a las petroleras que operan en el país a entregar el 99% de sus ganancias extraordinarias. «El Gobierno de la revolución ciudadana considera que es insuficiente que el Estado reciba el 50% de las ganancias extraordinarias», señaló el mandatario.
Por su parte, el ex ministro de Energía, Fernando Santos, afirmó que «el mensaje que se lanza al mundo es que Ecuador se ha puesto en el mismo plano que Cuba y es un enemigo declarado de la industria petrolera privada». Sin embargo, el ministro de Petróleo, Galo Chiriboga, negó que la medida implique la nacionalización del sector.
Nueva constitución
Pero lo que verdaderamente tiene al país en ebullición es el establecimiento de una Asamblea Constituyente. Esta tendrá la misión de redactar la vigésima constitución del país, para lo cual dispondrá de ocho meses.
El documento incluirá los principios ideológicos del líder socialista, pero deberá ser aprobado por referendo en el 2008, tal y como sucedió en Venezuela en 1999, bajo el mandato de Chávez, quien actualmente está impulsando una nueva reforma constitucional en su país.
Correa pretende disolver el Congreso «por corrupto e incompetente» y, al ser aprobada la nueva constitución, convocar elecciones anticipadas. Los diputados han anunciado una campaña mundial para defender la institución y la denuncia al presidente ante organismos internacionales por «quebrantar el régimen democrático». Su presidente, Jorge Cevallos, ha dicho que disolver el Congreso «sería un mal precedente para la democracia de este país, es violar la Constitución».
En palabras pronunciadas por el ex presidente Lucio Gutiérrez, líder del partido opositor PSP, «parece que el presidente tiene los mismos alineamientos de Chávez. Es lo clásico en estos Gobiernos totalitarios, en estos Gobiernos de tinte absolutista».