Un sólido y pragmático Lugo apaga al Rayo y se acerca a la promoción

Marcos Pichel

CDLUGO

14 abr 2008 . Actualizado a las 11:08 h.

A tres puntos de la promoción. El Lugo tiró de pragmatismo para merendarse a otro líder, y ya van tres seguidos. Cayó el Rayo, apagado ante la mayor fuerza de voluntad local y la solidez defensiva de un equipo en inercia ascendente.

Los estetas dirán que sin fútbol no pueden llegar los goles. ¿Pero no es este deporte lo que se juega en los estadios?, dirán otros. Con calidad o sin ella, sin trenzar jugadas, pueden llegar los tantos. Partidos de aquesta guisa se ven en gran número en una temporada. Por eso no puede extrañar que el Lugo y el Rayo, que se enfrascaron en un duelo extraño, percutieran una y otra vez sobre las porterías contrarias. Que se llevaran tres tantos al descanso no era cosa del azar. Llegaban las ocasiones, por insistencia, y con la connivencia de las defensas. Mal la rayista a balón parado, un tal para cual con la lucense. Cualquier balón aéreo en un área, era una seria amenaza para los porteros.

Ambos equipos se habían dejado las bandas en los vestuarios. Sólo el Lugo ponía interés en avanzar por un costado, el de Ciani. Pero el canario no fue, ni de lejos, el del último partido en casa. Su par, Llorens, traía bien aprendida la lección, y apenas pudo superarlo. En la banda izquierda, un páramo que sólo abonaban las subidas de Carril, como siempre, un peligro en los rechaces y en la estrategia.

Todo emoción. El Lugo puso todo el empeño, salió aguerrido, mandón, trataba de controlar, pero la maraña de cinco centrocampistas que Pepe Mel había colocado no permitía que llegasen balones en condiciones a Sergio (siempre con dos guardaespaldas) y a Losada, demasiado lejos de la zona donde hace daño. Ni siquiera los goles consiguieron mantener prendida la mecha del fútbol sencillo. Más por el aire que por el suelo, la simpleza campaba a sus anchas, y uno de los amantes rojiblancos del balón al pie, Rubén Durán, era una isla.

Aun con estos condicionantes, el Lugo, comandado por Pablo Rodríguez desde el medio, fue capaz de sortear en dos ocasiones la muralla rayista. El propio Pablo soltaba un zurdazo desde fuera del área que, con la ayuda de un defensor, se colaba en la red. El Lugo daba primero, y con el segundo, de Carril en plan palomero, parecía que dejaba tocada la moral visitante.

Pero a un equipo como el Rayo no se le puede dar por muerto. Apenas un minuto después, cómo no de córner, Salva machacaba de cabeza, solo en el área, el 2-1. Y si no llega a ser porque Piti remató al aire cuando estaba delante de Marcos, el resultado antes del descanso podía ser otro. Apretaba, sobre todo en la segunda parte, con las jugadas a balón parado en las múltiples faltas que concedía el Lugo cerca del área como mejor recurso.

Máxima contención

El Lugo pidió la expulsión de Alba por una supuesta falta a Losada, pero el Rayo mantuvo a sus once elementos para acorralar todo el segundo tiempo a los de Fonsi. Aguantar, era la consigna, y tratar de encontrar alguna aventura a la contra. Y se logró, porque el Rayo no fue capaz de rematar en condiciones en el segundo tiempo. No pudo, siquiera, crear ocasiones de peligro.