«Al atardecer, cuando ya no hay culebras, vamos al cíber»

La Voz

GALICIA

15 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Dos de las chicas de Cimadevila, Amanda y Olga, instan a la Administración que corresponda a que instale un punto wifi en la zona. Conectarse a Internet es una odisea en ese lugar de la montaña. O también puede entenderse como un viaje por una senda perdida al pico de la montaña más alta de la redonda. «Tenemos que ascender por un camino hasta allá arriba y con un módem nos podemos conectar a Internet», explica una de ellas.

Pero es pronto. Son en torno a las cuatro de la tarde. El calor aún hace peligrosa la marcha. «Ahora es mejor no ir porque puede haber culebras u otros bichos por ahí», recuerda Elvira, la mujer más veterana de la casa que lleva ese nombre. Porque ahí cada inmueble tiene una placa que indica quién es quién ahí.

El atardecer

El momento para ir hasta la montaña es la caída de la tarde, cuando comienza a refrescar y los animales ya empiezan a marchar a sus guaridas. «Al atardecer, vamos al cíber», explican riendo las cibernautas que ejercen de intrépidas escaladoras para ir al monte. Porque la vida en la aldea no está reñida con el uso del portátil, ni con las nuevas tecnologías. Pero antes de poder conectarse también aprovechan para ver fotos o para buscar álbumes guardados en la máquina. Incluso han buscado en una web relacionada con los pueblos de España Cimadevila y Fitoiro. En esa página cuelgan imágenes para promocionar la aldea.

Pero tampoco es imprescindible estar conectado a la Red. Porque hay muchas cosas que hacer en la aldea. Las tardes calurosas van pasando también de la mano de libros. El miércoles por la tarde, la mayor parte de los adultos estaban leyendo un libro refugiados a la sombra de los inmuebles o metidos en la sala de estar. Todos estaban con la vivienda abierta.

Supermercado

La tranquilidad y la paz que hay ahí tampoco está reñida con poder acceder a comodidades como tener el pan fresco cada día en la puerta. «Llega la furgoneta con el pan a diario. También cada semana viene un camión con todo lo que puede haber en un supermercado. Puedes pedir carne», explica Elvira, una de las grandes defensoras de la vida en el pueblo. Nunca olvida volver.