La pista de Legaspi, el lucense que ganó 200 millones de pesetas en 1980, se pierde en Narón
GALICIA
La suerte sacó de la miseria a Ángel Legaspi y la vida volvió luego a bajarlo de su Olimpo al camino por el que andan el común de los mortales. En abril de 1980, este lucense ganó 208 millones de las pesetas de la época. La cantidad, bien invertida, podría haberle cubierto las espaldas durante toda la vida. Pero aquel premio convirtió al hasta entonces camionero en paro en un protagonista de las revistas del corazón. No había entonces Gran hermano .
La fama alcanzada fue tanta que hasta apareció en la campaña del referendo gallego con Pepe Domingo Castaño. Una de sus compras fue un Mercedes SL, aunque algunos comentaron en su momento que fueron más de uno los que adquirió. En torno a su persona fue formándose una leyenda y muchos llegaron a hablar de que estaba arruinado, algo que desmintió y lo atribuyó en su momento a la envidia de la gente.
En una entrevista concedida hace ya más de una década explicaba que había emprendido varios negocios con un mal final. Entonces estaba viviendo en una aldea del ayuntamiento de Narón. Allí tenía una granja con vacas y jabalíes en la que trabajaba cada día. Un conflicto con un vecino lo llevó a juicio a principios de la década del 2000. La última semana, este periódico trató de localizarlo. No hubo suerte. La pista se pierde en Castro (Narón).
Adiós al trabajo
Una fortuna fue la que cayó en manos de Manuel Monte y Alejandrina Fernández en Redondela. A la pareja le tocó 1.200 millones de pesetas (unos 7,6 millones de euros) en 1990. El pórtico de la iglesia del pueblo o las fiestas en honor a la patrona fueron algunos de sus pequeños caprichos. La familia también fue bien parada. El ex albañil y la ex empleada de una camisería dejaron de trabajar, pero no se permitieron excesos. Tampoco les gustaba que se hablara de su vida privada y son un cúmulo de discreción. Su número no parece en la guía.
Un celo parecido es el que guarda Manuel Santos Amigo, el millonario de Zas al que le tocaron 45 millones de euros. Un Mercedes deportivo fue su principal seña de identidad en el pueblo. Parece que también la de su hijo, que paseaba por Cáceres en un Ferrari F430. También se convirtió en piloto de carrera.