La ferrolana Paula de Castro es la primera bailarina del Ballet de la Ópera de Niza.
29 abr 2008 . Actualizado a las 14:08 h.No sé si lo sabrán, pero tal día como hoy, hace veintiséis años y por obra y gracia de la Unesco, se celebró por primera vez el Día Mundial de la Danza . El caso es que la conmemoración nos viene al pelo para acercarnos a la vida y al trabajo de tres bailarines nacidos en Ferrol y que aprendieron a amar la danza en esta ciudad. Tres estrellas que brillan cuando bailan, al ponerse de puntillas. La primera en asomarse a nuestra mirilla es Paula de Castro , primera bailarina del Ballet de la Ópera de Niza . Para llegar a donde está, la hija mayor de Marigel Fernández -una de las profesoras de ballet más conocidas de Ferrol-, tuvo que trabajar muy duro. Desde Francia, a través del teléfono, me cuenta que empezó a bailar con solo tres años. Paula enseguida destacó y llegó un momento en que la danza le dio alas para volar. Tras formarse en Madrid, consiguió lo que solo logran unos pocos: entrar en la escuela y en el ballet del gran coreógrafo francés Maurice Béjart , a cuyas órdenes bailaron estrellas como Nureyev o Ullate . Después el destino la llevó a Alemania, Portugal y, finalmente a Niza, donde ya lleva cinco años. Allí encontró la estabilidad profesional... Y también el amor. Comparte su vida con Hervé Ilari -primer bailarín en la misma compañía que ella- y juntos se acaban de estrenar como padres. Paula me cuenta que ensaya entre siete y ocho horas diarias, pero que eso no le impide compaginar su faceta de bailarina con la de madre. «La niña es buenísima y, con la ayuda de sus abuelos franceses, nos arreglamos bien», dice orgullosa hablando de Carla, su bebé de siete meses. Gala en Bilbao. Tras un parón para atender a su pequeña, Paula se reincorporó al Ballet de Niza hace tres meses y asegura que, a sus 36 años, se encuentra en su mejor momento. Pronto estrenará Romeo y Julieta junto a su marido (¡qué romántico! ¿no?) y en junio participará en la Gala de Estrellas de la Danza de Bilbao . Además, Paula también es coreógrafa y da clases magistrales en Francia y en el extranjero. «Viajo muchísimo y la verdad es que no me importa, porque me encanta conocer nuevos lugares», asegura esta ferrolana que, gracias a su vida nómada, domina ya cinco idiomas. Antes de despedirnos, le pido que mire atrás y que me cuente qué fue lo que más le marcó de su etapa ferrolana de bailarina. Y ella no tarda ni un segundo en responder: «Sin duda fue mi madre: ella me enseñó a conservar mi personalidad sobre el escenario, a ser siempre yo misma».
Quien también tuvo que hacer las maletas fue Matilde Pedreira , otra alumna de Marigel Fernández. Tras pasar por la escuela de la profesora ferrolana, esta bailarina y profesora de danza a ratos se marchó a Madrid. Y de allí dio el salto al Reino Unido, donde se formó y bailó en varias compañías de Londres y Gales. Pero, un buen día, Matilde decidió que había llegado la hora de volver a casa. A Galicia. «En la decisión pesaron algunos motivos personales, pero también me apetecía volver a mis raíces», explica la bailarina. Hace poco pudimos verla en Vacuo , del Centro Coreográfico Galego , y ahora mismo Matilde se prepara para hacer las pruebas de acceso para participar en el próximo montaje de la compañía. «¿Que si se puede vivir de la danza en Galicia? ¡Uffffff! Yo lo veo dificilísimo... Se está trabajando en ello, pero todavía nos queda un largo camino que recorrer», asegura la ferrolana. Tal vez por eso Matilde se ve dedicándose a la enseñanza en el futuro. «Hacer audiciones es muy duro y, por otra parte, dar clases me resulta muy gratificante», explica la bailarina, que ahora forma a niñas con alma de Paulova en el Toxos e Froles junto a Celia López. Precisamente esta última y Marigel fueron dos de las profesoras que más le ayudaron a descubrir la magia del ballet. «Marigel me transmitió su amor por la danza y con Celia descubrí las posiilidades del movimiento, la energía interior que llevamos dentro», dice Matilde homenajeando a sus maestras.
Y ya para finalizar nos despedimos con Jesús Quiroga , un bailarín y coreógrafo que se suele asomar por estas páginas con más frecuencia que Matilde o Paula, porque la compañía que lleva su nombre -y que él ha levantado a golpe de esfuerzo y mucho trabajo- ha estrenado varias veces en Ferrol. Actualmente, Jesús compagina su trabajo como profesor en el Conservatorio de Danza de Lugo -el único dependiente de la Xunta que funciona en Galicia-, con la dirección de la escuela de la Asociación Cultural Mundo Danza en Ferrol y su faceta de bailarín. Como otros muchos, se marchó a Madrid a formarse -primero con Carmina Ocaña y después en la escuela del Ballet Nacional -, pero un día decidió volver a su tierra para trabajar «por y para Galicia». Lo que siente al bailar casi no lo puede explicar con palabras: «Es como volar o como sumergirte en el agua, la sensación que te envuelve cuando te despiertas de un buen sueño».