Las encuestas y los primeros resultados en los países que ya han cerrado las urnas apuntan a que los europeos usarán el voto para castigar a la clase política
07 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Cuando los Gobiernos nacionales yerran, quien paga los platos rotos es Europa. Y esa perversión del modelo de construcción política del que se ha dotado la UE, y que los eurócratas llevan años denunciando sin éxito, alcanzará hoy una cota esperpéntica si se cumplen los pronósticos de las encuestas y se atiende a los resultados de los socios que ya han cerrado las urnas.
Los datos no pueden hacerse públicos hasta hoy, pero algunos Ejecutivos ya los han filtrado. Y en algunos países donde las europeas coincidían con otras elecciones locales y regionales, los protagonistas no han sido otros que la abstención, el voto de castigo a los gobernantes en el poder y el auge de los partidos antieuropeos y antisistema.
El moribundo Gabinete de Gordon Brown en el Reino Unido es el mejor ejemplo, porque ayer entró en coma profundo después de que su partido sufriera una humillante derrota en los comicios locales, que le dejan como tercera fuerza política del país y como cuarta en algunas circunscripciones relevantes. Los escándalos de las corruptelas caseras de los diputados les han costado el puesto a varios ministros en los últimos días, pero el descalabro laborista, que se extenderá sin duda a las europeas, podría incluso hacer peligrar la continuidad de su máximo líder.
A dedo
Brown fue nombrado a dedo sucesor de Tony Blair, y accedió a su cargo con el voto de una Cámara baja que ante los ojos de la ciudadanía ya ha perdido toda su legitimidad. Así que no es extraño que algunos medios británicos especularan ayer con la posibilidad de que el primer ministro presente su dimisión después de que se conozcan los resultados de las europeas.
Ya se han publicado los de los Países Bajos, que han registrado una participación inferior al 37% y un preocupante ascenso de la ultraderecha. Todo ello en un país que hasta hace poco se consideraba a sí mismo como uno de los motores de la construcción europea (fue de los seis países fundadores).
Está por ver qué sucede en Italia, que abrió ayer los colegios electorales y que no los cerrará hasta hoy por la noche. Las fotos de la mansión sarda del primer ministro, con Silvio Berlusconi paseándose entre chicas Playboy en paños menores, publicadas poco después de que Il Cavalieri tuviera que desmentir en público que hubiera mantenido relaciones con una menor, como insinuó su esposa para justificar su demanda de divorcio, no ayudarán a la participación. Tampoco al partido del propio Berlusconi, que a pesar de todo sigue siendo favorito. Él decidió encabezar la lista de las europeas en un gesto de escaso gusto político, porque no es normal que un jefe de Gobierno utilice el tirón de su figura institucional para atrapar votos y obtener un escaño que no tiene intención alguna de ocupar.
Italia, el Reino Unido y los Países Bajos son dinosaurios de la Unión, y en ellos hasta se puede entender cierto hastío ciudadano frente a los rocosos asuntos europeos. Pero resulta doloroso que esa desidia haya calado también en socios más recientes, que estuvieron años llamando a las puertas de la UE y que ahora, cuando tienen la oportunidad de decidir sobre el futuro del club como miembros de pleno derecho, le vuelven la espalda.
Ejemplos
Se espera una abstención mucho más que llamativa en la República Checa, que preside la Unión como puede, inmersa en una profunda crisis política interna. Y también en la vecina Eslovaquia, donde al cierre de esta edición los sondeos registraban una participación de apenas el 14% (en Rumanía era del 20%). Son solo dos ejemplos.
Sumando la segunda jornada electoral de Italia, hoy se votará en otros 18 países, incluida España, donde la abstención puede superar el 50% del censo electoral, más o menos la media que se espera para los Veintisiete en su conjunto. Si esas previsiones se cumplen, serán más de 190 millones de personas las que, queriendo castigar a los políticos, se autoflagerán renunciando a su derecho a decidir su futuro en la Unión Europea.