El personal de la Cofradía de Muros sufre amenazas y ataques de furtivos

J.?M. Sande MUROS/CORRESPONSAL.

ECONOMÍA

La escalada de tensión en la zona coincide?con el aumento de la vigilancia en la costa desde octubre

14 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En la mañana de ayer, Ángel Fernández, del cabildo de la Cofradía de Pescadores de Muros, se encontró con que los tres vehículos de su propiedad estacionados en Louro tenían las ruedas rajadas. Lo que a ojos de la sociedad podría parecer una gamberrada se transforma en un presunto sabotaje relacionado con el furtivismo si se analizan los incidentes que se vienen produciendo en las últimas semanas en la zona, coincidiendo con el cerco al marisqueo ilegal que se está extendiendo por toda Galicia. En el caso muradano, se ha intensificado desde que los propios marineros del pósito han decidido reforzar las tareas de los vigilantes de la entidad y de los guardacostas.

Fernández no duda en poner nombres y apellidos a los causantes de las averías que han sufrido sus coches, pero la cautela y la presunción de inocencia le obligan a recapacitar. No obstante, acudió al cuartel de la Guardia Civil de Muros a tramitar la correspondiente denuncia para que se investiguen los hechos y se descubra la identidad de los autores.

El incidente de ayer es el último constatado de la larga serie de acciones que se vienen produciendo por toda Galicia a manos, presumiblemente, de mariscadores furtivos. En el caso de Muros, los conflictos se recrudecieron desde que, a mediados de octubre, la Cofradía de Pescadores apostara por reforzar la vigilancia en el mar con la incorporación de los marineros adscritos al pósito.

Pesca deportiva

Practicantes de pesca deportiva, supuestamente irregulares, protagonizaron más de un enfrentamiento al encontrarse con pescadores que les exigían devolver las piezas de centolla al mar. Se tiene constancia de que un practicante de esta actividad ilegal se enfrentó a los vigilantes, y que estos cursaron denuncias por amenazas contra él.

Posteriormente, un marinero que refuerza habitualmente la vigilancia en la costa, sufrió daños en su vehículo cuando se encontraba ejerciendo el marisqueo, su actividad profesional. También en este caso, pagaron las consecuencias las cuatro ruedas del automóvil. Otro episodio que se achaca a pescadores ilegales indignados por las dificultades para seguir operando impunemente fue la aparición de una bolsa de centollas colgada en el barco de uno de los socios del pósito de donde partió la idea de que se incorporaran los marineros a las labores de control de los bancos naturales.

Preocupación

El patrón mayor de Muros, Daniel Formoso, declaraba ayer sobre la escalada de tensión: «Estamos entrando nunha preocupante espiral cun incerto desenlace. Na confraría estamos obrigados a garantir o cumprimento da legalidade, pero os feitos estannos a superar. O peor é que se está a vivir unha situación de tal tensión que se están a facer acusacións sen probas que poden ter consecuencias insospeitadas». En este caso, Formoso se refiere al hecho de que se estén poniendo nombres y apellidos a los presuntos autores de algunos de los sabotajes.

Sobre el incidente de ayer, declaró que el sabotaje de los vehículos de Ángel Fernández es, probablemente, obra de furtivos que intentan enmascarar la acción como una venganza personal, para dar pie a enfrentamientos internos que desvíen la atención sobre el control de la costa. La tensión es especialmente alta entre los pescadores profesionales y deportivos, que se culpan unos a otros de realizar acciones delictivas.