La unión de 23 cooperativas lácteas gallegas, embrión de una futura compañía que aspiraría a transformar y comercializar la leche y derivados, no ha desactivado las otras vías abiertas por la Xunta para presentarle a la sociedad el grupo lácteo gallego, una promesa del pacto de Gobierno que alcanzaron socialistas y nacionalistas al inicio de esta legislatura.
La agrupación de sociedades cooperativas, un modelo que nace de abajo a arriba, dota de mayor organización y fuerza a la base productiva gallega para venderle la leche a las industrias, pero su futuro como firma transformadora y con marca es incierto. «Es el germen de un grupo, claro, pero solo eso, un germen; de ahí a consolidar un Coren de la leche hay un trecho», explicaban ayer fuentes cooperativas de Galicia. De hecho, aunque nace abierta a incorporaciones, la agrupación arranca con un volumen productivo de 600 millones de litros, es decir, solo el 22% de la cuota láctea asignada a Galicia. Las consellerías de Medio Rural y Economía mantienen abiertas otras alternativas, todas ellas teniendo en cuenta la base cooperativa. El plan inicial era -con el apoyo de las cajas- unir a Feiraco, Río y Colaga con un socio que aportase lo que no tienen ahora los gallegos, es decir, marca posicionada e innovación. Requisitos que solo cumplen tres en el mercado: Capsa, Pascual y Puleva. La idea es crear una sociedad de capital mayoritariamente gallego y participada por las cajas, Feiraco (base productiva) Río (base industrial) y alguna de las grandes del sector. Pero se trata de una alternativa compleja, rechazada por la patronal láctea española. El Gobierno gallego está a la espera de ver qué sucede con Leche Celta, que ahora se halla en manos portuguesas. Mientras tanto, se ha activado el plan alternativo y de futuro sobre la base cooperativa.