En esta carrera tecnológica para mejorar la eficiencia de los molinos de viento, superar los vacíos de generación de los parques eólicos, y concentrar la potencia en menos máquinas para no afear el paisaje, el E-126 puede quedar superado por las superturbinas de 7,5 megavatios que construye Cliper Wind para un parque marino británico al norte de Inglaterra denominado Britannia Proyect. La instalación y operación de aerogeneradores en el mar implica mayores costes (algunos cálculos apuntan al doble de la inversión necesaria en tierra) porque los materiales y componentes deben resistir la corrosión y las duras condiciones marítimas, siendo el mantenimiento más costoso. A esto hay que añadir la mayor dificultad para anclarlos o cimentarlos en aguas profundas. En todo caso, una vez en el mar es preferible instalar rotores muy potentes, pues la inversión para fijarlos apenas varía respecto a los pequeños, y se obtiene más energía.
Por ahora la gran demanda de aerogeneradores terrestres medianos y pequeños centra la actividad de la mayoría de empresas del sector (de hecho multinacionales chinas y de la India han adquirido importantes firmas tecnológicas de este tipo en Alemania). La experiencia con un parque marino de mil megavatios previsto en el estuario del Támesis (Inglaterra) será importante para el futuro de estas instalaciones, aunque Dinamarca, los Países Bajos y Alemania llevan ventaja.