De la reconversión al pleno empleo

VIGO CIUDAD

Los operarios del naval son la mano de obra más buscada del mercado, pero su trabajo es igual de peligroso que hace 20 años y su salario solo crece a golpe de horas extras

18 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Diez de la mañana en un astillero de Vigo. Bendita pausa del bocadillo para quienes llevan tres horas de trabajo en el cuerpo. En una pequeña sala sindical sin ventanas y desnuda de adornos José Manuel, Juan Carlos, Francisco, Jesús, Víctor y Alberto charlan del oficio.

Son operarios del naval, oficiales, casi todos. Se conocen porque trabajan bajo el mismo techo pero de su vestimenta el único elemento en común es el casco reglamentario, azul eléctrico, y las botas aislantes. Llevan uniformes de faena diferentes, porque todos trabajan en distintas empresas auxiliares subcontratadas por el astillero.

«En estos momentos hay aquí dentro 44 empresas diferentes, y en una hora punta se juntan hasta 1.000 trabajadores dentro del astillero», cuenta Alberto. Sus colegas asienten con tono de reproche. «Este sector tiene algo especial, estamos muy unidos pero, a la hora de reivindicar, cada uno tiene un convenio diferente, unos del metal, otros del naval, otros de carpintería...», explica José Manuel. Pero echando la vista no muy atrás, en el naval, cualquier tiempo pasado fue peor. Solo en la ría de Vigo, desde 1980 los astilleros perdieron 4.000 empleos.

«Para ganar hay que velar»

Los protagonistas de este reportaje lo saben. Los herederos de la cruda reconversión se han convertido en mirlos blancos dentro de una actividad, la única industrial, que presume de pleno empleo y demanda al menos 1.500 efectivos más para dar salida a los encargos que acumula hasta el 2012. Reconocen que la industria de los astilleros es ahora un sector en la cresta de la ola, que hay escasez de mano de obra y que a día de hoy un soldador o un tubero tiene más posibilidades de encontrar trabajo antes que un ingeniero en nanotecnología. Aunque escuchándoles todo intento de mitificación del oficio se viene abajo. «Lo único bueno de esto es que hay más chollo, y más veladas», dice Víctor. «Sí, pero yo quiero tener mi sueldo digno haciendo una jornada de ocho horas y no tener que trabajar once y trece horas para ganar 2.000 euros al mes», replica Juan Carlos.

Los trabajadores explican que la nómina correspondiente a la categoría de un oficial ajustada a las ocho horas de contrato por convenio suma 1.204 euros brutos. Las horas extras -hasta un máximo de cinco sobre las ocho de turno en una misma jornada- completan el salario que llega a casa.

Algunas áreas de actividad dentro del astillero han comenzado a producir los sábados y domingos para agilizar las entregas. También se trabaja por las noches en la sección de corte y ya no parece tan descabellada la idea de que en un futuro próximo se pueda trabajar a tres turnos dentro de un astillero (mañana, tarde y noche) como lo hace la industria de la automoción. «Sí, pero para trabajar como en Citroën tendrían que pagar como en Citroën, con turnos de ocho horas», afirma Juan Carlos.

Barcos como churros

«El problema es que con tanta carga de trabajo se quieren acortar los tiempos de producción y los plazos de entrega con la misma gente y eso es un riesgo para la seguridad», plantea Francisco. El naval es un sector especialmente sensible a los accidentes laborales. «Este es un sector penoso, peligroso y tóxico», dice Juan Carlos. Desde su perspectiva, la apretada cartera de pedidos da miedo.

Hay mucho camino avanzado. Cursos de formación en riesgos laborales, delegados de prevención en cada una de las empresas subcontratadas, pero la urgencia, las horas de velada y el cansancio multiplican por 10 el riesgo. «Antes un barco tardaba 10 meses en bajar al mar, ahora el mismo trabajo se hace en seis meses, porque hay que dejar las gradas libres para empezar a montar los siguientes barcos», explica Alberto.