La crisis financiera y la subida en el precio de los alimentos centrarán la agenda de los ministros de economía de todo el mundo, que acudirán a Washington esta semana para la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, y el G-7. El FMI ya ha adelantado que reducirá en cuatro décimas su previsión de crecimiento para el mundo, hasta el 3,7%, por unas turbulencias financieras que han proyectado una sombra mayor que lo anticipado en la asamblea de octubre. Se espera además que el miércoles, cuando divulgue sus cálculos de producto interno bruto (PIB) por países, el organismo se unirá al coro de analistas que han bajado sus pronósticos para Estados Unidos; entre ellos, el propio presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que ha reconocido que es posible que su país esté ya en recesión.
Más transparencia
El sábado, en la reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional, el principal órgano del FMI, Estados Unidos se encontrará en la extraña posición de dar explicaciones por su gestión económica, un lugar que en anteriores crisis ocuparon países como México o Tailandia.
En la cumbre, los ministros de economía y gobernadores de los bancos centrales de EE.?UU., Canadá, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón sopesarán cambios para evitar crisis como la actual. Los ministros de economía de la zona euro dijeron ayer, tras una reunión en Eslovenia, que presionarán al Grupo para que se obligue a los bancos a ser más transparentes en sus inversiones. «No les gustaría que el dólar se depreciara más frente a las monedas de los países industrializados», dijo Michael Mussa, ex economista jefe del FMI. «Indicarán esa posición, pero no querrán sugerir la posibilidad de una intervención [en los mercados], porque creo que no están preparados para llevarla a cabo», añadió.