El extremo y el portero del Dépor se formaron juntos en las categorías de base del Sporting y mañana se reencontrarán con ex compañeros y antiguos técnicos
17 dic 2010 . Actualizado a las 09:43 h.Ahora Manu y Saúl militan en el Dépor, pero se hicieron futbolistas en el Sporting. Allí disfrutaron sus primeras alegrías con un balón y, por eso, ambos coinciden en que muchos de sus mejores recuerdos están ligados a la misma camiseta rojiblanca que mañana tratarán de derrotar. «Fue la época de los mejores recuerdos que tengo», confiesa sin rodeos Saúl. «Es que eres un chaval, pero empiezas a ganar cosas: el campeonato de Asturias y el de España, vamos a Brunete y somos terceros, vas con la selección asturiana y con la española...», apunta Manu. Esta temporada ambos vuelven a compartir vestuario, pero en realidad casi no han dejado nunca de hacerlo. Comenzaron hace quince años, cuando el extremo tenía diez y llegó al Sporting alevín. Manu había entrado un par de años antes, como jugador de pista. «Yo viví las dos etapas: la de formación y la que va más en serio, con los juveniles, el filial y el primer equipo», añade el portero.
Ambos pertenecen a la última generación que ganó el título de juveniles para el Sporting. Recuerda Saúl: «Ganamos la Liga aquí, en el campo de hierba artificial de Abegondo. Me acuerdo de Xisco. Y después jugamos la Copa de Campeones con el Athletic, el Madrid y el Espanyol, y salimos campeones. Fue inolvidable». Su entrenador era Alejandro Menéndez, quien entrenaba hasta la temporada pasada al Celta B y ahora dirige al Madrid Castilla. «Estuvo tres años con nosotros, el de Liga Nacional y los dos de División de Honor. Recuerdas a aquellos con los que ganas títulos: a Pesquera, con el que fuimos a Brunete, o a Seni, que aún es el día de hoy que voy a jugar a Gijón y viene al hotel y me anima y me aconseja», señala Manu.
Ex compañeros
Aunque sí que compartían vestuario, los dos deportivistas no formaron en el mismo equipo hasta cadetes. «Saúl tiene un año más que yo -explica Manu- y en el Sporting son muy estrictos con las edades. Nos conocíamos de siempre e íbamos juntos a la selección», añade. El extremo diestro recuerda los compañeros con que jugó en aquella época. «De los que se quedaron en Gijón Míchel fue el que más oportunidades tuvo. Ahora se fue al Birmingham. Y Luis Morán, aunque tiene un año menos. También estaba Omar, que ahora está en el Pontevedra, Pablo de Lucas, que pasó al Alavés y ahora está en el Rayo, o Pedro, que juega en el Albacete. Con el que más contacto tengo es con Jorge, que es central y sigue en el Sporting, pero el año pasado estuvo cedido en el Nàstic. Además, es hermano gemelo de Alejandro, portero de la Ponferradina [junto a los gallegos Queco Piña e Ian Mackay]. Fue una época bastante buena en cuanto a jugadores», subraya.
Saúl y Manu también tienen en común su abrupta marcha del Sporting. «Junto a las lesiones [sufrió alguna fractura de hueso y en su último año se rompió los dos meniscos], es lo único malo que recuerdo de allí, que no fue una salida limpia», recuerda el portero, a quien la afición del Molinón pitó la temporada pasada, cuando tuvo que saltar al campo tras le expulsión de Aranzubia. «La gente estaba quemada por mi marcha y lo expresó así», dijo antes de reconocer que en ese sentido el partido de la segunda vuelta en Gijón sí que será especial. «Este lo es después de lo del año pasado. Recuerdo estar en el vestuario de Riazor y oír el Asturias, patria querida o llegar al estadio y solo ver gente de Gijón. Eso me emocionó bastante», confiesa.
Su compañero tenía 20 años y contrato en vigor, pero pidió marcharse al Málaga B, que militaba en Segunda: «Eres joven y estás deseando dar el paso y yo no veía perspectivas en el primer equipo, que tenía una plantilla muy larga. Al final fui traspasado y ahí comenzó mi carrera profesional. En todos los lados me he sentido contento y a gusto, guarda todo el mundo buenos recuerdos de mí. No me he equivocado. Ahora estoy en un gran equipo de Primera».