Primer empate sin goles del equipo con la zaga de cinco en un discreto partido de los coruñeses en ataque
15 nov 2010 . Actualizado a las 10:26 h.El Dépor sumó ayer un punto de oro en su afán por alejarse de la zona de descenso. Acogotado por su rival en torno a su portería buena parte del partido, el empate final dejó mejor sabor de boca a los coruñeses, que ven refrendada su ostensible mejoría defensiva, que a un Mallorca frustrado por su falta de ideas. Por lo visto en Palma, Lotina, que repitió alineación por primera vez en más de un año, encontró por fin un once de garantías bajo cualquier circunstancia. Este equipo vale para llevar peligro al área rival y mantener preocupado a sus rivales, pero también para sufrir y defender con uñas y dientes el 0-0 inicial.
El sistema de cinco logró el primer empate sin goles y se mantiene invicto después de cinco partidos, dos de Copa y tres de Liga. Ni tan siquiera la maldición que parecía perseguirle en Mallorca, donde solo había sumado un triunfo en sus once últimas visitas, pudo con la versión menos vistosa, pero también más seria y dura de un Dépor con las ideas muy claras.
Saltó al campo sabedor de sus virtudes y sus defectos, y se aplicó a obtener el mejor fruto posible. Lotina había insistido en la posesión y el Dépor salió a sobar el balón. Durante los veinte primeros minutos le discutió el dominio al Mallorca y hasta se asomó con peligro a la portería de Aouate. Como en Levante, pudo adelantarse fruto de una acción individual. Adrián tomó el balón como extremo diestro, remontó la línea de fondo mientras sorteaba rivales y buscó la cabeza de Riki, pero en un alarde de agilidad el meta local le rebañó el balón con la punta de los dedos.
Con los baleares aún reponiéndose del susto, los coruñeses volvieron a quedarse a un palmo del 0-1 en una nueva acción del asturiano, el más activo de su equipo hasta el descanso. Finalizó un contragolpe con un disparo seco que Aouate salvó en una doble intervención. Saúl, que recogió el rechace, también se encontró con la manopla del ex deportivista, al que la grada vitoreó tras la jugada. El dominio deportivista aún ofreció un último fruto antes de desmoronarse: Manuel Pablo, muy impreciso en el pase toda la tarde, envió un centro teledirigido a la cabeza de Riki, que buscó en un cabezazo de libro buscó la escuadra de la portería mallorquinista. Pero el balón salió a un palmo y pegó en el poste que sostiene la red.
Inexplicablemente, el Dépor se desinfló entonces. El Mallorca encontró la espalda de Rubén Pérez y Juan Rodríguez, metió el miedo en el cuerpo de los visitantes y cambió la dirección del partido, que se tiñó de rojinegro. En casi todos los lances estuvo el hermano de De Guzmán, en constante intercambio de posiciones con sus compañeros de mediapunta. En la primera ocasión conectó con Pereira, pero Aranzubia atajó rodilla en tierra su disparo centrado. Poco después un centro precioso con el exterior de Ayoze acabó en un cabezazo de Nsue que se estrelló en el poste.
A la madera
Pero no fue la única oportunidad en que los palos salvaron a los coruñeses. Poco después, en un contragolpe de nuevo conducido por De Guzmán, Pereira estrelló en el larguero un espectacular lanzamiento desde la frontal. Al Dépor, sorprendido por la facilidad con que los baleares lo zarandeaban, volvió a respirar con una acción de laboratorio. Saúl sorprendió al sacar un córner en corto, Adrián buscó la línea de fondo para llevar el balón al área y Aythami hizo el pase de la muerte, pero ni Lopo ni Riki acertaron a empujar el balón a la red.
Tras el descanso, el Mallorca siguió al mando y los coruñeses se encerraron. Solo Seoane, en semifallo, probó a Aouate, tras una jugada de Adrián, otra vez muy solo en su pugna para desembarazarse de dos y hasta tres rivales. Castro, una pesadilla la pasada campaña, salió para centrar desde el mediocampo y que Webó buscase sin éxito la escuadra de Aranzubia, a media salida. El meta se erigió en decisivo tras una indecisión de la zaga que Cavenaghi no supo aprovechar.
El Dépor ofreció ayer su cara más defensiva, la misma que le permitirá sumar allí donde el ataque, como ayer, tenga un mal día en la oficina.