Destaca como clave del éxito la «calidad profesional y humana» de la plantilla
01 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Líder e invicto. Seis de seis. Pese a las llamadas a la calma, es inevitable pensar que el Obradoiro ha iniciado el camino de regreso a la ACB. La afición mantiene el idilio con su equipo del año pasado. En el banquillo compostelano se sienta Moncho Fernández (Santiago, septiembre 1969), un técnico dispuesto a destrozar el tópico de que nadie es profeta en su tierra. Con los referentes de Miguel Gómez -«la persona que me enseñó lo que significaba ser entrenador»- y Moncho López -«del que aprendí a ser un entrenador»-, Moncho Fernández es el depositario de la ilusión de más de 3.000 personas que se dan cita en el Sar. El objetivo, el ascenso.
-Líder, invicto y en Santiago, su casa.
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Estoy contento por las señales que da el equipo, muy fuerte en defensa. En lo que se refiere a lo que la gente no ve, el día a día, estoy muy satisfecho. Es un grupo de profesionales maravilloso, gente muy entregada, y eso se refleja en la competición.
-¿Esperaba un arranque tan brillante?
-Es difícil saber lo que te vas a encontrar, pero falta tiempo para alcanzar nuestro mejor nivel. La Liga es muy larga, quedan 28 partidos. Estamos contentos, pero sabemos que esto no ha hecho nada más que empezar.
-Entrenar en Santiago debe de tener para usted un significado distinto a dirigir al Murcia.
-Hay algo que no puedo cambiar, soy compostelano, es mi casa, mi ciudad, donde vive mi familia... En el aspecto afectivo, claro que es especial, pero en el día a día es igual que si fuera otro equipo. Eso sí, cuando juegas en casa esos tres o cuatro minutos antes de empezar el partido, con tanta gente y amigos, sí es especial. Cuando empieza el partido es solo eso, otro partido.
-Debe de ser la envidia de los entrenadores. Un gran ambiente, un club que se está rearmando tras su paso por la ACB...
-Hemos heredado algo maravilloso, la afición, y no hemos sufrido el sarampión de los equipos que descienden. Desde el primer día hemos sentido un enorme apoyo, lo que, en la situación actual, facilita el trabajo de los profesionales.
-Pero también obliga más.
-No, lo mismo, La profesionalidad está al margen de tu procedencia. La diferencia es que el día libre paseas por tu ciudad, ves a tus amigos... La vida como entrenador para mi familia es mucho mejor en Compostela.
-Si el asunto se tuerce también será más complicado.
-Que las cosas vayan mal también forma parte del trabajo de un entrenador. Hay buenos y malos resultados. El refrán dice que nadie es profeta en su tierra, pero ahí están ahí Xavi Pascual o Ponsarnau, que triunfan en su tierra. ¿Por qué no va ser ese nuestro caso?
-Pero el objetivo es pelear por el ascenso.
-Sí, claro. El sueño es estar arriba, pero no queremos hacer valoraciones que vayan más allá del próximo partido. Sabemos que para mantener la magia del Sar es necesario responder con entrega, lucha y sacrificio, valores que suelen traer de la mano las victorias.
-¿Cuáles serán los rivales por el ascenso?
-León lo está haciendo muy bien, La Palma va en serio, pero están Burgos, Cáceres, Canarias y, por supuesto, Murcia. Todavía es demasiado pronto para cualquier análisis profundo. Hay que esperar al mes de diciembre.
-El Obradoiro ha apostado por una una rotación amplia, ¿es ese el secreto de la buena marcha deportiva?
-Teníamos dos objetivos: pelear por los puestos de privilegio, y que los que jugadores vinieran quisieran venir. Buscamos un perfil deportivo y humano y por fortuna todo ha ido como esperábamos. La plantilla no solo tiene calidad baloncestística, sino una calidad humana y profesional enorme.
-¿Algo le haría más feliz que entrenar al Obradoiro en la ACB?
-No, en absoluto, pero lo que intento es disfrutar el momento. Estoy satisfecho a nivel profesional, por mí, por la afición y por el grupo con el que cuento. El entrenador solo es el reflejo del trabajo de muchos. Estoy realizado y soy feliz en la LEB, pero, en el futuro, entrenar al Obra en ACB es un sueño.
-Dentro de dos semanas, jugará en Lugo contra el Breogán. Un reencuentro complicado.
-Es un partido al que tengo que ir como profesional de mi equipo, y nada más. En mi filosofía intentó preocuparme solo de lo que puedo controlar. Iremos a jugar para intentar ganar y vivir un derbi fantástico.