Gerland baja los humos blancos

DEPORTES

Los de Pellegrini solo tuvieron un arreón final, después de recibir el tanto en contra, un golazo de Makoun

17 feb 2010 . Actualizado a las 04:32 h.

El Madrid llegó al descanso sin haberle visto la cara a Lloris y con dos jugadores menos entre los que elegir para el partido de vuelta (Xabi y Marcelo cumplen ciclo). Un aviso de desastre convertido en mal menor por el cero que a los tres cuartos de hora registraba todavía la cuenta local. Diez disparos después el Olympique no había conseguido más que enfadar a Casillas con la zaga de su equipo, desarmada por la movilidad de Lisandro y la escandalosa superioridad de Govou frente a Marcelo. El poste, en una volea de Delgado, y la grada, en la larga serie de chuts y cabezazos, habían sido el destino final de las ocasiones galas. Nada que contar acerca del ataque visitante.

Pellegrini aprovechó el descanso para meter a Garay, cambiando a Arbeloa de banda. Desapareció Marcelo y con él Govou, pero surgió Makoun, que en dos minutos sacó petróleo de lo que hasta entonces había sido un acoso estéril y colocó un zapatazo en la escuadra izquierda de Casillas. La presunta víctima (cuarto en el torneo francés) templaba en Gerland la euforia del Madrid. Y ni siquiera eso apaciguaba a los de Claude Puel, que lejos de encerrarse quisieron ampliar la cuenta.

Jugó Benzemá

Lisandro por dos veces y Cissokho en un mano a mano que sacó enorme el portero blanco amenazaron con el segundo poco antes de que Higuaín perdonara el empate en una cabalgada que lo dejó solo ante Lloris. Fue la última (y casi única) acción del Pipita al que su técnico sentó para meter a Benzemá. Quizá el toque emotivo diera los resultados que insinuaba el control de la posesión. Al Lyon no le hacía falta sobar el balón. En cuanto lo recuperaba lo ponía en pies de Lisandro y Delgado, a los que Diarrá, fallida apuesta ayer de Pellegrini, no lograba frenar antes de que alcanzaran las cercanías del área de Casillas.

Fiados a la verticalidad ofensiva, el resto de jugadores galos emplearon la última media hora en sabotear cada arrancada de Cristiano y Kaká, empeñados en retar a dos o tres rivales por turnos. Granero se tapó y Xabi Alonso se concentró en avivar el acoso poniendo cuanto antes la bola en pies de las presuntas estrellas del encuentro.

El Real Madrid resumió en el último tercio su aportación ofensiva de todo el partido. Pero, como le ocurrió al Olympique en la primera parte, fueron treinta minutos de acoso con nueve disparos sin premio. Lo rozaron un cabezazo de Ramos, que acabó fuera por poco a la salida de un córner, y un rechace de Cissokho, que a punto estuvo de enchufar el balón en su portería. Y a los blancos no les quedaba ayer un regreso del vestuario en el que obtener inmediatos frutos de su dominio. El tercer tiempo no empieza hasta dentro de tres semanas en el Bernabéu.