Todo un carácter dentro y fuera del campo, sin pelos en la lengua, Quique Setién ofrece a los jugadores un talante de diálogo para resolver sus problemas
-¿El haber sido profesional le permite entender mejor a los futbolistas?
-Aunque respeto que pueda haber grandísimos entrenadores que no hayan jugado al fútbol, es importante el acercamiento, el conocimiento y el grado de empatía con los futbolistas, que saben que has sido como ellos hasta hace poco. Cada uno debe estar en su lugar, yo tengo que tomar unas decisiones que deben aceptar. Yo nunca he hecho un desplante al diálogo, intento convencer mucho más que imponer, salvo que haya casos en los que haya que sacar una vara y ponerla encima de la mesa. Pero mi habitual proceder es llegar a los jugadores, intentar convencerles, que los problemas, las dudas, se pueden hablar y buscar soluciones.
-Como futbolista, ¿se encontró más técnicos dialogantes, o más de ordeno y mando?
-De los referencia para mí, todos han sido de hablar. Desgraciadamente he tenido que chocar con aquellos que no permitían dialogar, que era todo imponer. Lo respetas, pero yo me siento más cómodo hablando; razonar para convencer es un camino más fácil. Porque te puedes dar la vuelta y ver que la gente está implicada. De la otra manera, igual te la das y hay muchas horas del futbolista que las pasa separado del entrenamiento en las que a mí me gusta estar tranquilo, y no pensar que está liándola.
-Siempre ha tenido fama de temperamental, de decir las cosas a la cara. ¿Le gusta que sus jugadores obren así?
-Por su puesto. Que se digan las cosas. El problema de unos afecta a los demás, y hay que intentar solucionarlo.