Del amaño de asambleas a la compra de partidos

DEPORTES

07 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Con la Liga en punto muerto por las diferencias en la cabeza, la animación hubo que buscarla en los despachos. José Ramón Calderón aderezó la mala temporada del Real Madrid con el mayor escándalo en la historia del club. Mientras tanto, otro de los clubes grandes, el Valencia, se contagiaba de su vecino, el Levante, y vivía un naufragio económico con la crisis del ladrillo saltando al césped y privando a los jugadores de sus millonarios sueldos. Y pese a traspasar el problema de la falta de fondos, el club granota tampoco fue ajeno al escándalo, esta vez por la compra de partidos, que también salpicó al Athletic, al Málaga o al Tenerife. Esta vez, las sospechas se sustentaban en grabaciones, pero la Justicia ha hecho oídos sordos hasta la fecha. Dimitir es de cobardes Lo dijo Ramón Calderón el 16 de enero de este año: «Dimitir es de cobardes». Un día más tarde presentaba su dimisión por el presunto amaño de la asamblea que el Real Madrid celebró el 7 de diciembre del 2008. Entonces, las cuentas del club fueron aprobadas en una de las sesiones más vergonzosas que se recuerdan, con los Ultra Sur jaleando al presidente desde lo alto del recinto y la directiva dando validez a las votaciones de numerosos no compromisarios. Fue la última de Calderón, protagonista de numerosos incidentes en el club blanco durante su etapa en el poder. La hazaña le valió para lograr un puesto en la Federación Española de Fútbol; un regalo envenenado porque lo obliga a enfrentarse a la ira de los aficionados en cada uno de los actos institucionales que protagoniza. Mientras tanto, asiste regularmente al juzgado para aclarar el despropósito asambleario. El alto precio de Mestalla Si Calderón cayó en enero, Vicente Soriano aguantó unos meses más al frente del Valencia. No fue hasta el pasado jueves cuando se reconoció incapaz de sortear la gravísima crisis económica que aqueja al club che y abrió la puerta a que sea su sustituto el que dilapide el patrimonio deportivo del equipo para salvar la caja. La rendición de Soriano a la evidencia acabó en lágrimas, tras un año difícil en el que se rompió el cántaro de sus cuentas de la lechera. En este caso, eran las parcelas de Mestalla con las que el mandatario esperaba obtener hasta 500 millones de euros (llegó a incluir una partida de 209 en el presupuesto del año pasado). Sin embargo, la crisis del ladrillo espantó a los interesados en el terreno, y el presidente se quedó sin compradores y con una deuda que crecía a ritmo de 60.000 euros al día. La precariedad hizo imposible pagar los sueldos de estrellas de los jugadores y afectó al rendimiento deportivo, con una larga racha de partidos sin ganar. Ahora, el desfile hacia la puerta de salida de figuras a precio de saldo parece inevitable. Mercadeo habitual Un día antes de que Soriano dijera adiós, Mario Bermejo, delantero del Xerez, incidía en otro de los grandes escándalos de la temporada al asegurar que «cada vez se compran más partidos». Las palabras del ex del Racing de Ferrol remitían a dos grabaciones conocidas en diciembre pasado, en las que futbolistas reconocían haber recibido dinero por perder. El primero fue Jesuli, que en una charla con el entonces presidente de la Real Sociedad, Iñaki Badiola, admitía el soborno en el encuentro que el Tenerife jugó ante el Málaga al final de la campaña 2007-08, facilitando el ascenso a los malacitanos. El jugador se retractó a requerimiento judicial de los andaluces. Dos días más tarde se conocía otra grabación en la que Descarga, del Levante, hablaba del dinero recibido por perder ante el Athletic, salvando del descenso a los bilbaínos en la 2006-07. No hubo sanciones. En España, vender partidos sale barato.