La historia se repitió un año después. Si el curso pasado el Azkar cayó con estrépito en Segovia y después empató en el Municipal, ayer se completó el ciclo en esta temporada. Primaron las defensas en un partido en el que los lucenses volvieron a desaprovechar un buen número de ocasiones. Al final, el punto deja más satisfecho a los castellanos que a los locales.
Que se respetaban el Azkar y el Caja Segovia quedó evidenciado en el primer instante en que el balón rodó en el Pabellón Municipal. Tanta cautela ponían ambos conjuntos, que el prometido juego dinámico quedaba apartado para mejor ocasión. Lo que no se parecía en nada, era el modelo escogido para guardarse de las embestidas del rival. Si los lucenses esperaban en su feudo el fallo que les permitiera lanzar una contra, los castellanos trataban de forzar los errores locales adelantando su línea defensiva hasta el medio campo, hasta el punto de que el Azkar, que tenía el balón, no era capaz de salir de su cueva. Le costaba un mundo a los de Bruno García llegar a la portería de Cidao.
Lejos quedaban, y lejos quedarían, los festivales de goles que ambos conjuntos acostumbran a ofrecer cuando se enfrentan. El que ganase, lo iba a conseguir más por adormecimiento del rival que por buscarlo de forma directa. Avisó primero el Caja, con un lanzamiento de volea de Nano Modrego que rebotó en el larguero cuando era imposible que Toni llegase. Y aunque parecía que los castellanos tenían controlado el partido gracias a su presión en toda la cancha, las veces que llegó el Azkar en la primera mitad con claridad se encontraba con una mano de Cidao abortando el peligro. Daba la sensación de que el panorama cambiaría en cuanto se abriera la lata con la llegada de un gol. Pero ni así.
El Azkar llegó a forzar la quinta falta del Caja Segovia cuando aún quedaban siete minutos para el descanso. En la segunda parte también se cargaríamuy rápido. Sin embargo, desde ese instante, ningún jugador local puso en aprietos a los visitantes. Afluían los problemas habituales para marcar de los lucenses.
Desatascó Fernandinho
El Prone no encontraba a su mejor hombre, Fernandinho, muy apagado, como el equipo, a pesar de las rotaciones que preparaba Bruno, con la intención de que sus pupilos dieran el máximo en cada cambio. Pero a un crac como el brasileño nunca se le puede dejar un metro. Así, casi en la primera ocasión en la que le llegaba el balón a los pies en la segunda mitad, pilló desprevenido a todo el mundo con un disparo lejano que rompía (pasaba entre las piernas de los defensores) lo que parecía imposible, la igualada. Apenas dos minutos después, Werner, lanzándose por el suelo, no conseguía el 2-0 que daría tranquilidad, a puerta vacía. Y aunque parecía que los locales controlaban, y repelían bien las acometidas de un Caja que apretaba más, en una indecisión por una posible falta a Miguel, Miñambres, que no había jugado en toda la primera mitad, ponía el 1-1. Quedaban 9 minutos por delante, pero el marcador ya no se movería, por más que el Azkar lo intentó.