Terminó el partido con nueve por las expulsiones de Lucas y Okkas y no pudo nivelar el gol de Viqueira
09 mar 2008 . Actualizado a las 02:49 h.JEREZ | El colista de Segunda escribió ayer el final de la última página de esperanza que le quedaba al celtismo. El equipo vigués perdió con una imagen desoladora que pone de relieve el socavón en el que ha caído desde el comienzo del 2008. Terminó el partido con nueve jugadores y presa de un ataque de nervios. Cuatro puntos de los últimos dieciocho posibles, prenden fuego a las ilusiones y sitúan el objetivo del ascenso como prácticamente inalcanzable. La continuidad de López Caro en el cargo estará ahora en entredicho tras el enésimo revés.
La alineación viguesa no deparó ninguna sorpresa. Solo la inclusión de Lequi, por el sancionado Peña, variaba el once que tanto había gustado en la primera parte de la jornada anterior ante el Elche. Esta vez la imagen de partida no tuvo nada que ver y sí mucho más con la de hace dos semanas en Las Palmas. Los titubeos de la zaga se centraron en esta ocasión en las bandas. Pedro Ríos y Momo encontraban muchas facilidades pero con la ausencia de Yordi, el pichichi de Segunda, Antoñito no aprovechó las opciones de las que dispuso.
Siendo superiores los locales en esa media hora inicial, la mejor oportunidad la tuvo el conjunto vigués. Una extraordinaria acción de Okkas no encontró la culminación de Perera cuando el tanto parecía hecho. Esta ocasión acongojó a los andaluces que empezaron a ceder en su empuje y a conceder mucho terreno al rival, pero el Celta no lo aprovechó.
El descanso estaba próximo y nada hacía presagiar que el marcador se alteraría pero una falta de Lequi lo complicó todo. El central golpeó a un adversario en el peor sitio posible de los que rodean el área. El lugar era como un penalti para Viqueira. El santiagués, único gol gallego de esta temporada en Primera, tiene una habilidad especial para las faltas. Le marcó al Barcelona y ayer, también al Celta.
La actitud, de la que tanto habla el entrenador céltico, necesitaba un cambio radical en su equipo pero ni el lebrijano modificó en su once ni sus jugadores en las ganas. La imagen que estaban dando era de no poder y mucho menos querer. El técnico celeste dejó pasar una hora de juego antes de empezar a introducir sustituciones en busca de un poco de espíritu.
Jorge Larena y Núñez tenían que darle otro aire. La situación era idónea porque Esteban Vigo sentó a Antoñito y su equipo se atrincheró. Dejó sin darle la puntilla a un contrario que estaba cerca de irse a la lona. Pero el Celta ni siquiera agradece las ayudas, se autodestruye. Con ese panorama estimulante George Lucas se autoexpulsó en una desafortunada enganchada con un rival.
Si la empresa era difícilmente creíble, con diez jugadores se convirtió en utópica. Al Xerez le dio un motivo para creer en la salvación que tenía hasta ayer a ocho puntos, más lejos aún que el conjunto vigués el ascenso. Ni una sola oportunidad de gol en toda la segunda parte, y una en todo el partido, ilustran el desastre.
El Celta terminó con nueve por una rigurosa expulsión a Okkas que deja a los célticos con dos bajas para el próximo partido. Balaídos espera a sus futbolistas el próximo domingo. El presidente Carlos Mouriño, que ayer no estuvo en Jerez, puede ver como su segundo proyecto en dos años, termina igual de estrellado que el primero, a pesar de los cambios.