El Barça empezó con buen pie su andadura por la Liga de Campeones al derrotar al Olympique de Lyon por 3-0 y ofrecer una imagen sólida, aunque sin estridencias. El cuadro azulgrana sumó una victoria muy necesaria para superar su flojo inicio de temporada frente a un conjunto francés incapaz de inquietar a Valdés.
Los jugadores se tomaron el arrebato de Rijkaard al pie de la letra. La presencia de Márquez en lugar de Thuram beneficiaba al reagrupamiento táctico. Todo le iba de cara al Barça. Hasta el dibujo del Lyon le venía como anillo al dedo. La incapacidad de los franceses para enhebrar telas de araña frente a su portero incrementaba los espacios.
Pero al Barça, voluntarioso, no le acompaña el físico. Ronaldinho y Henry, están lejos de su mejor forma. A Messi no le ocurre lo mismo. El argentino mantiene su punta de velocidad. Una capacidad que le permitió desbordar al borde del área para aliarse con Clerc para que el lateral francés batiese a Vercoutre. El tanto rebajó el hambre de victoria. El Barça bajó el pistón y al Olympique le pesaba en exceso la soledad de Benzema. La incapacidad azulgrana para dictar sentencia le abrió las puertas a Alain Perrin. El técnico francés corrigió su miedo inicial y fortaleció su ataque con Baros, pero su equipo siguió sin generar peligro. Los últimos diez minutos hicieron justicia al dominio local. Messi, tras una fantástica acción colectiva, dio la tranquilidad y permitió el debut en Europa Bojan y Giovani; y Henry puso la guinda al marcar su primer gol oficial con el Barcelona.