El espíritu de Caparrós regresa al Deportivo. El técnico andaluz tardó una vuelta en darse cuenta de que no tenía equipo para jugar al fútbol y que debía echar mano de todo su arsenal defensivo para sacar al equipo del pozo en que se había metido en Navidad. Conclusión: resultados a cambio de un fútbol penoso.
Ayer en Zorrilla, un delantero menos y un centrocampista más, toda una declaración de intenciones de Lotina. Consciente de que el Deportivo no podía perder un segundo partido contra un recién ascendido, retocó el esquema para fortalecer el centro del campo con Verdú, situado por delante de los dos pivotes para echar una mano en la transición defensiva y tratar de enlazar las acciones de ataque.
La segunda medida, Taborda. Por si quedaba alguna duda del repliegue blanquiazul (ayer de negro), el uruguayo fue la otra apuesta del técnico tras el desastre frente al Almería, en un revival Caparrós que convirtió la apuesta por el jogo bonito en fútbol directo al segundo partido de Liga.
Neutralizar la fortaleza del Valladolid en el centro del campo fue la primera tarea en la pizarra de Lotina, y de salida se consiguió. Primero por esa mayor presencia en la medular. Segundo, porque se corrigió la excesiva apertura a las bandas de los interiores en el primer partido. Lafita y Guardado cerraron mejor, y Sergio y Juan Rodríguez estuvieron arropados. Sólo que el sistema se sostuvo media hora, hasta que empezó a hacer agua por todas partes.
El Deportivo dio sensación de inseguridad en la zaga por los errores individuales de varios jugadores. Pero lo peor fue que, con el paso de los minutos, se fue echando hacia atrás para ceder el campo a su rival, en una demostración todavía más preocupante de que apenas hay contención en el centro del campo.
En el plano ofensivo, el equipo no tuvo el menor reparo en buscar la prolongación de cabeza de Taborda como único recurso. Rodearon al uruguayo hasta tres compañeros en algún balón largo para aprovechar las dejadas del ariete. Ni un remate a portería en todo el primer tiempo. En el segundo, máxima eficacia: dos remates, dos goles. Un cabezazo de Taborda tras un centro de Manuel Pablo, y un rebote que metió Riki desde fuera del área.
Antes, el Valladolid se había puesto por delante otra vez, por medio de Sisi, en medio de un soberano recital de despropósitos de la defensa coruñesa, que Lotina deberá ajustar cuanto antes si no quiere nuevos descalabros.
A pesar de que el milagroso empate debe darse como bueno, preocupa la fragilidad cristalina de un Deportivo que estuvo contra las cuerdas muchos minutos, como también los escasos recursos para llegar al área rival. Al menos, el punto dará al equipo más tranquilidad para el período de reflexión que le otorga el parón de la Liga el próximo fin de semana.