Desde los bancos, un hijo de la fallecida respondió que estaban cansados, a lo que el cura replicó que él también.
10 feb 2011 . Actualizado a las 11:03 h.Los familiares de Antonia Porcas, enterrada ayer en Betanzos a los 63 años, se llevaron una desagradable sorpresa al ver como uno de los sacerdotes del funeral abandonaba la iglesia de Santa María del Azogue en mitad de la misa. Cuando Manuel Ares Faraldo, de 81 años, acudió a dar lectura al Evangelio, pidió a los presentes que se pusiesen en pie. Comenzó entonces un intercambio de opiniones. Desde los bancos, un hijo de la fallecida respondió que estaban cansados, a lo que el cura replicó que él también. «Nos dijo que no debíamos de estar muy cansados si habíamos podido subir la cuesta desde el barrio de la Ribera», señaló Pablo. «Durante los tres últimos días de vida de mi madre acumulamos mucha tensión y mi cuñado acababa de viajar desde Jaca».
Así, el cura dijo que entonces era él quien sobraba allí y abandonó la misa entre aplausos, una marcha que dolió especialmente a los familiares. Ares Faraldo asegura que, cuando se retiró del ambón, recibió numerosos aplausos. Otro sacerdote retomó la ceremonia sin aludir al incidente. «Me cambié en la sacristía y me fui para casa», recuerda el veterano cura. «Llevaban toda la misa con una pierna sobre otra y cuando me tocó leer el Evangelio pedí que todos se levantasen salvo que hubiese enfermos», recuerda. «En el fondo es una cuestión de educación, como era un entierro no quise discutir. Fue una pena, hasta era un Evangelio muy cortito».